Carmengloria Morales
La pintura-pintura española está altamente necesitada de aire, so pena de fenecer. Está necesitada, sobre todo, del contraste de los trabajos que, realizados allende nuestras fronteras, le son próximos. Hace falta -igual que en otros campos artísticos, culturales, políticos- que las relaciones internacionales de la pintura sean algo más que las relaciones internacionales de los pintores. Tras el fallido intento de Vandrés, que trajo los (peores) residuos de Support / Surface, ha tenido que ser Buades -como siempre- la galería que abra el fuego, con una muestra significativa de la nueva abstracción italiana: la de Carmengloria Morales. Por una vez, Madrid no funciona con tanto retraso internacional como de costumbre. Que cunda el ejemplo.Siempre nos sorprende a los asiduos de Buades el que la galería, a través de las sucesivas exposiciones, sea aprehendida diversamente. Mientras la mayoría de las salas se quedan en simple pantalla de proyección, las actividades de ésta la convierten, más bien, en un espacio de trabajo, un lugar activable. Carlos Alcolea, Juan Navarro Baldeweg, Carmengloria Morales: tres maneras de plantearse esa activación. La pintora italiana ha potenciado dos de sus ángulos, dejando vacías las paredes. Redefinición minimal de lo que es una exposición.
Carmengloria Morales
Galería Buades. Claudio Coello, 43.
Los dibujos expuestos -y el trabajo de la pintora, en general- proceden igualmente del minimal, o mejor dicho, de ese momento que separa al minimal llevado a sus últimas consecuencias, del arte conceptual en su vertiente analítica. Desde 1969 Carmengloria Morales viene trabajando sobre una figura tan cargada de historia como es el díptico. El díptico no es para ella escenario de ninguna puesta en escena efectista, sino ocasión de una simetría asimétrica, memoria de la pintura e inmanencia de la pintura, como decía en 1973. Mientras el rectángulo de la izquierda es ocupado por la pintura o por la cera, el de la derecha permanece vacío. Al repertorio limitado de la izquierda se opone el blanco total, lugar de todas las posibilidades o de ninguna. El reflexivo simbolismo de la operación, su carácter repetitivo, cobran todo su valor en el deseo de hacer sensible la diferencia. Trazos más o menos gruesos, insistencia o no del pulso que dibuja, variaciones cromáticas mínimas (más sensibles, por eso mismo, en las obras con base al negro que en las obras coloristas): todo tiene aquí importancia. El tiempo incluso, Carmengloria Morales ha llegado a realizar varios dibujos iguales en los que el único elemento de diferencia es la fecha de realización y, por tanto, el grado de envejecimiento.
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