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Azores disputa a Lisboa los beneficios de las bases

El Gobierno portugués espera concluir antes del próximo mes de junio un nuevo acuerdo con Estados Unidos sobre el alquiler de la estratégica base de Lajes (en las islas Azores) a las fuerzas armadas norteamericanas.El ministro de Asuntos Exteriores, el democristiano Sa Machado, así se lo aseguró ayer al jefe del Gobierno regional de las Azores, el socialdemócrata Mota Amaral, que solicitó una aceleración de las negociaciones del nuevo acuerdo, ya que el anterior expiró hace más de cuatro años.

La base de Lajes es uno, entre muchos, de los motivos de conflicto entre el Gobierno de Lisboa y las autoridades regionales socialdemócratas de las Azores. No como consecuencia de la permanencia de la base, sino en disputa de las contrapartidas que Estados Unidos está dispuesto a ofrecer a cambio del uso de la misma.

Los azorianos estiman, desde hace mucho tiempo, que la estratégica posición de las islas, en medio del Atlántico, forma parte inseparable de sus recursos naturales, y los beneficios que de ello resulten deben ser puestos a disposición de la población insular, como ocurre con las divisas de sus visitantes y de sus emigrantes en Estados Unidos.

La posición de Salazar

Cuando fue firmado, en los años cincuenta, el primer contrato de alquiler, el dictador Salazar había rechazado cualquier compensación con la frase altisonante de que «el territorio patrio no, se vende ni se alquila, porque no tiene precio». Pero ya entonces se murmuraba que este gesto compraba el silencio de los aliados atlánticos sobre la política interna y colonial del viejo dictador.En el período revolucionario de 1974-75 no llegó a ser contestada seriamente la existencia de la base, pero se planteó la cuestión de las compensaciones, lo que fue admitido por Estados Unidos, y también de poner ciertas condiciones a la utilización de la base, de modo que no entrara en contradicción con la política de entendimiento con todos los pueblos proclamada por el nuevo régimen portugués.

Estas condiciones no se han vuelto a plantear desde que Mario Soares accedió al poder, en razón del estricto aislamiento atlántico que orienta toda la política exterior de los socialistas portugueses. Pero los azorianos sospechan que la cuestión de Lajes fue resuelta, en secreto, con ocasión de un reciente viaje de Mario Soares a Estados Unidos. Un acuerdo que habría servido de moneda de cambio para el apoyo de la Administración Carter en la negociación del «gran préstamo» que Portugal trata de obtener de los principales países occicentales. De allí, su exigencia de estar presentes en la mesa de negociaciones, al abrigo del estatuto de autonomía que reconoce a las Azores la Constitución de 1976.

El estado de la cuestión de Lajes explica, pues, de alguna manera, los incidentes de que fue víctima, el pasado sábado, en la capital azoriana, el ministro adjunto del jefe del Gobierno, Antonio Almeida Santos.

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