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Pierre Nora: la historia y la memoria nacional

«La distinción tradicional de la historia entre presente y pasado debe ser borrada. En contra de la creencia general, es más difícil conocer el presente, ya que las dos terceras partes de la humanidad viven sin tener conocimiento de ellas. En muchos países, la historia contemporánea se transforma en historia militante, pero en otros que disponen de métodos científicos de investigación es nuestro deber luchar contra los que no quieren que se haga una historia contemporánéa y los que quieren deformarla con intenciones demasiado politizadas o militantes», declaró a EL PAÍS el historiador francés Pierre Nora, que hoy intervendrá en un seminario de la Universidad de Salamanca y la semana pasada pronunció una conferencia sobre La política contemporánea de Francia y la memoria nacional en el Instituto Francés de Madrid.

Pierre Nora, catedrático de Historia del siglo XX en la Escuela de Ciencias Políticas de París, director del seminario Historia y tiempo presente en la Escuela de Altos Estudios y director de varias colecciones en la editorial Gallimard, es autor de Les francais d'Algérie (1961) y Vicent Auriol, mon septennat (1970). La obra colectiva Faire de l'Histoire (1974), dirigida junto con J. le Goff, aparecerá en breve traducida al castellano, en tres volúmenes.«Durante mucho tiempo -dice Pierre Nora-, la historia se ha confundido con la memoria. Desde hace unos treinta años, con la nueva forma de hacer historia, ésta se convierte en un objeto que no se confunde con la memoria de la humanidad. Para un historiador de la época contemporánea, la memoria nacional rastrea los distintos estratos que a lo largo del tiempo se han depositado en un país, ya que el presente no se puede conocer sin comprender todo el lastre del pasado. En este sentido estudio las memorias de todas las familias de pensamiento en Francia.»

El historiador Nora considera que uno de los problemas de su país es que desde la revolución francesa el consenso nacional no se ha restablecido, salvo algunos períodos excepcionales y cortos. «La sociedad francesa da la impresión de ser más coherente en el plano social que en el político, a diferencia de otras democracias, como Estados Unidos, donde se da un mayor consenso político y una división social muy profunda.»

En su opinión, hay tantas memorias colectivas como grupos sociales. «Tanto en sentido simbólico como histórico, los lugares de la memoria nacional se pueden encontrar en archivos, monumentos, en donde exista una voluntad de crear memoria, como en libros de familia, documentos notariales, cementerios, aparte de los acontecimientos en sí, que son fundamentales para la historia contemporánea. Incluso los acontecimientos espectaculares creados por los mass-media forman parte de la historia, como es el caso de los últimos sondeos electorales.»

Los libros de memorias personales «es una manera de luchar contra la fuga del tiempo, ya que el tiempo está contra el historiador». «Los negocios editoriales desvirtúan a veces este tipo de libros. Pagan más por las memorias del cocinero de Nixon que por las del propio Nixon.»

La escuela histórica francesa se caracteriza por su espíritu colectivo más que por individualidades. Es en este campo de investigación científica donde juega un papel internacional. Entre los historiadores existen fuertes disparidades de interpretación. Hubo poca historia marxista, en el sentido riguroso de la palabra. Gran parte de la problemática marxista ha sido asumido por la escuela de historia de la revista Anales, que acusa un cierto cansancio a pesar de introducir diferentes métodos. A partir de ahora habrá nuevo reparto entre los grupos de historiadores.»

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