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Unos "torrestrellas" desconocidos, con trapío pero sin clase

Con una corrida mansa, sin clase, sin apenas embiste, hay muy pocas probabilidades de ver faenas lucidas. Esto es lo que ocurrió en la corrida del domingo en Sevilla. Los Torrestrella estuvieron muy bien presentados en la línea de la casa. (Donde no es normal el toro aparatoso), con ejemplares de buen cuajo, algunos de armoniosa estampa y bonitos de pelo. El salpicao y chorreao que se lidió en segundo lugar, además bien armado, era precioso y el cuarto, berrendo y lucero, aunque corto, poseía una hondura respetable y mucha seriedad en la cara. Pero, en cuanto a comportamiento resultaron todo lo que hacía pensar su presencia y fueron a menos en la lidia hasta acabar reservones, probones o gazapones, casi siempre sin fijeza.El cuarto no recibió suficiente castigo en varas y se revolvía con genio al remate de los pases. Manzanares se centró con él y resolvió la nada fácil papeleta con un toreo en versión unipase, que gustó, porque ese unipase tuvo, las más de las veces, categoría, mando y temple.

Plaza de Sevilla

Tercera corrida de feria (domingo). Toros de Torrestrella, bien presentados, mansos, reservones, y sin clase. José Mari Manzanares: pinchazo y estocada corta (silencio). Estocada trasera y desprendida. Rebasó un minuto del tiempo reglamentario para el aviso (oreja). José Luis Galloso: bajonazo (palmas). Pinchazo hondo, tendido y bajo, y rueda de peones. Rebasó en dos minutos el tiempo reglamentario (aplausos y salida al tercio). José Antonio Campuzano: estocada muy trasera y baja e insistente rueda de peones (oreja). Estocada corta y descabello (palmas).

El primero de la tarde derrotaba por el pitón derecho y por otro lado había que sacarle los pases a base de porfiar mucho y Manzanares no se lució en absoluto. Con el capote tampoco se lució en toda la corrida. Ni a la verónica, ni en la brega (donde se hace un lío), ni en nada. Con el percal en las manos parece un principiante, y esto desdice su fama de figura.

A la primera faena de Galloso le sobró el abuso del pico; quizá con otra técnica hubiera sacado mejor partido del toro, que era manejable. Al otro le quitó el incómodo gazapeo a base de jugarse el tipo y meterle en la muleta sin darle respiro, hasta ligar una tanda de naturales que si no salieron limpios tuvieron en cambio la emoción de la pelea del diestro con la fiera y la importancia de una técnica bien aplicada. Sin fijeza a res, el resto de la faena, demasiado larga, consistió en intentar docenas y docenas de pases, algunos de los cuales con la derecha, salieron largos y con temple. Todo dependía de la habilidad del torero para encontrar las querencias del toro. Mató Galloso de un pinchazo horrendo que se jaleó como si hubiera sido «la estocada de la tarde».

Campuzano logró una faena aseada, de buen corte, en el tercero, y aunque también mató muy mal, la presidencia le regaló una oreja. Porfió voluntarioso con el manso sexto, el cual apenas tenía embestida.

Un dato a reseñar, porque es sintomático en lo que va de feria: en la Maestranza, donde se obsequia oreja por bajonazos, no hay avisos. El presidente, que por lo visto desconoce el reglamento en esta materia, no está a la altura de la categoría de la plaza.

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