Todo ciudadano debe decidir su propia muerte
El «derecho a la muerte», es decir, la eutanasia en definitiva, remueve la opinión francesa: un senador de Izquierda Democrática, Henri Caillavet, ha depositado un proyecto de ley que desearía se votase rápidamente y que legalizaría la posibilidad de que cada francés pudiese decidir el momento de su muerte cuando sufriese enfermedades incurables. La opinión en general, los médicos y la Iglesia se manifiestan reticentes frente a lo que muchos consideran como una ley que va a «organizar la muerte».El proyecto de ley en cuestión, en la mentalidad del senador que lo ha propuesto, tiende a luchar contra la práctica de ciertos métodos destinados a mantener en vida a enfermos incurables y, en consecuencia, que prolongarían su sufrimiento. Textualmente, el proyecto dice que se pretende «suprimir el encarnizamiento terapéutico, lo que no significa que se preconiza la eutanasia». El «encarnizamiento terapéutico» denunciado se refiere a todas las posibilidades técnicas que se emplean para prolongar una vida artificialmente y, en muchas ocasiones, aumentar con ello el dolor del enfermo. Según el señor Caivallet, el procedimiento para la realización de su ley sería el siguiente: cualquier enfermo, mayor de edad o menor, pero emancipado, sano de espíritu, declararía su deseo de que no se emplease ningún medio artificial para prolongar su vida artificialmente en caso de enfermedad incurable.
Firmado por tres médicos
Este deseo escrito sería firmado por tres médicos (en ningún caso el médico de cabecera) y por dos testigos sin parentesco cercano, para evitar en este último caso cualquier interés sospechoso en la muerte del enfermo. El senador francés se ha inspirado en la legislación del estado americano de California, que autoriza a todos los adultos a rechazar cualquier tratamiento médico destinado a retrasar su defunción inminente o inexorable.A pesar de que el proyecto de ley pretende establecer una diferencia entre su objetivo, «el encarnizamiento terapéutico», y la eutanasia, médicos, especialistas, la opinión del país, no lo han entendido así o, al menos, la mayor parte consideran que entre el «encarnizamiento terapéutico» y la eutanasia es muy difícil establecer una frontera válida. Las autoridades médicas francesas, las eclesiásticas, los moralistas, a lo largo de los últimos años se han pronunciado ya contra el abuso de técnicas que no sirven más que para prolongar la vida y el sufrimiento del enfermo inútilmente.
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