La DC italiana no considera a Moro autor "moral" de su última carta
El mundo oficial italiano ha respondido con el silencio a la dramática y angustiosa carta escrita desde su cautiverio por Aldo Moro, presidente de la Democracia Cristiana de Italia (DC) secuestrado el pasado 16 de marzo. El único comentario que puede tenerse por tal es el formulado por el diario Il Popolo, órgano de la DC, en la entradilla, ni siquiera un editorial, con que encabezaba el miércoles la información del día: «Esta carta no se le puede atribuir moralmente» al señor Moro.
ENVIADO ESPECIAL
En efecto, una atenta y reposada lectura de la última misiva del presidente de la DC, que no se sabe muy bien si proviene del infierno de Dante o de las profundidades de los lavados de cerebro tipo Mindzenti, lleva a dos conclusiones sumarias. Primero, la carta la ha escrito materialmente él, pero en base a un primer original previamente censurado por sus secuestradores y, por tanto, escrita de algún modo al dictado. Así parecen demostrarlo, sin entrar en excesivos detalles, las numerosas faltas de concordancia (por ejemplo, las palabras todo o todos, están mal empleadas siempre tanto en singular como en plural).La segunda conclusión es que se trata de un hombre física, sicológica y moralmente aniquilado al cabo de veinte días de cautiverio, como testimonian sus angustiosas alusiones a la urgencia de un canje de prisioneros, a la soledad, al sentirse abandonado de todos y a su recogimiento en Dios, propio de un creyente que se considera en capilla.
Por lo demás, del comunicado de las Brigadas Rojas que acompañaba a la misiva del estadista secuestrado caben las siguientes conclusiones, compartidas en Roma por la mayoría de los comentarios políticos:
1. Los brigadistas parecen dispuestos por vez primera a un intercambio de prisioneros, y con carácter de urgencia.
2. Es también la primera vez que, de manera explícita, hacen un llamamiento a la guerra civil y a la lucha armada de masas.
3. Su propósito es dividir a los partidarios de negociar con ellos y a los convencidos en la necesidad de no transigir, dentro del partido democristiano, y a éste de sus aliados en el Gobierno, empezando por los comunistas.
4. Las amenazas que pesan sobre Aldo Moro deben ser terribles.
5. De todos modos no parecen haber obtenido de su rehén las revelaciones (tanto secretos de Estado como verosímilmente trapos sucios de la DC) que el señor Moro insinuaba en su carta al ministro del Interior, Francesco Cossiga.
Lamentablemente, ni se ha llegado a entrar en contacto con los secuestradores, que se sepa, ni las acciones de la policía han ido más allá de los 42 arrestos en que acabó la redada del pasado lunes o de la detención, el martes por la noche, de un hombre y una mujer sospechosos de estar vinculados con las Brigadas Rojas.
Suiza, probable lugar de mediación
Suiza podría ser el «mejor lugar» para cualquier tipo de negociaciones entre el Gobierno italiano y los secuestradores de Aldo Moro, y no se descarta esa posibilidad, informa nuestro corresponsal en Ginebra, Alejandro Fush.La agencia suiza de noticias ATS, recogiendo rumores provenientes de Roma, sostiene que el Vaticano habría escogido como «lugar de contacto» de las negociaciones un territorio neutral, que en este caso no puede ser el Estado vaticano.
La agencia suiza fundamenta esta posibilidad en las negociaciones que se llevaron a efecto en este país en los casos a Hans Martin Schleyer y en el de Luchino Revelli Beaumont. También la agencia recogió los rumores que surgieron hace algunos días, sin ser confirmados, en el sentido de que la DC italiana y el Gobierno de ese país estarían dispuestos a pagar dos millones de francos suizos por el rescate de Aldo Moro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.