Quien mal anda... mal acaba

Richard Brooks, novelista y guionista antes de acceder a la realización en 1950, es el prototipo de director intelectual. Digo esto en el sentido de que quiere decir cosas, cosas importantes. ¿Cómo explicar si no que un director americano acometa la empresa de realizar Los hermanos Karamazov en 1958, año también de películas como Vértigo (Hitchcock), Río Bravo (Hawks), El último hurra (Ford), Sed de mal (Welles), Muerte en los pantanos (Ray), Tiempo de amar, tiempo de morir (Sirk), El hombre del Oeste, (Mann) y Testigo de cargo (Wilder)? Evidentemente, Brooks estaba más bien fuera de onda...El afán de trascendencia de Richard Brooks salta a la vista con echar una mirada a la lista de autores elegidos para sus películas, que van desde Fedor Dostoievski hasta Paddy Chayefsky,. pasando por Tennessee Williams, Evan Hunter, Sinclair Lewis, Scott Fitzgerald, Joseph Conrad y Truman Capote.

Para mí hay dos Richard Brooks. Y detesto tanto al de Dulce pájaro de juventud y La gata sobre el tejado de cinc, como aprecio al de Los profesionales y, sobre todo, Muerde la bala, sin duda su mejor película.

Buscando al señor Goodbar ha sido uno de los filmes-estrella de la presente temporada cinematográfica, en Estados Unidos y se encu ntra nominada para un buen puñado de oscars: mejor película, mejor dirección, mejor actriz, mejor fotografía... El sentido de la película -¿debería decir su moraleja?- se resume en la escer a en que Theresa (Diane Keaton) pregunta a Tony (Richard Gere) cuáles son los efectos de la cocaína. «Puede hacer que América te parezca hermosa», responde éste. También podría sintetizarse en el amenazador refrán -así lo hizo al menos una señora que estaba a mi lado- que dice: quien mal anda, mal acaba.

Desde luego, para Richard Brooks, América no es la tierra de las oportunidades, sino más bien un basurero en el que uno no puede ni sacar la cabeza para asomarse al exterior. La historia, en principio interesante, de la soledad de una mujer, acaba con,virtiéndose en un artificioso catálogo de sordideces, que lo que más parece es una puesta al día de sus épocas tennesseewillianisianas. Historia netamente edificante cuyo único fin parece ser deprimir, luego moralizar. Buscando al señor Goodbar sólo merecería ser vista por contemplar a esa maravillosa actriz, esa maravillosa presencia que es Diane Keaton. Aunque su sitio estará siempre junto a Woody Allen, como el de Katharine Hepburn estaba junto a Cary Grant.