Alerta de la Organización Mundial de la Salud
«La hipertensión, o presión sanguínea alta, es una amenaza silenciosa y secreta para la salud del hombre en todo el mundo. Al no presentar síntomas en sus primeras fases, pasa a menudo inadvertida. Sin embargo, en muchas regiones, sus complicaciones figuran entre las causas más importantes de defunción e invalidez. Cuando la presión sanguínea sube, la expectativa de vida baja, y pese a que el personal profesional de salud conoce bien este trastorno y dispone de medios para combatirlo, la mayoría de la población expuesta no recibe asistencia.»Esta afirmación, que también constituye un llamado de alerta, surge del doctor Halfdan Mahler, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), organismo de las Naciones Unidas que dedicará a este problema especial atención durante su próxima asamblea anual a celebrarse en el próximo mes de abril. La OMS eligió, además, la hipertensión como tema del Día Mundial de la Salud, para lo cual médicos, especialistas y funcionarios de información pública en esta materia científica han preparado documentos con estadísticas, comentarios, reflexiones y recomendaciones, publicados por la revista de la OMS, Salud Mundial.
En uno de los informes se constata que «en la población objeto de una reciente encuesta practicada entre adultos europeos y americanos se comprobó la existencia de un 10% a un 15% de hipertensos y sólo en la mitad de los casos observados eran conocidos de algún profesional de la salud, y de ellos sólo un 30% como máximo estaban sometidos a tratamiento».
"Prolongue su vida"
John Bland, colaborador de la división de información pública de la OMS, recoge algunas experiencias que se están llevando a cabo en algunos países andinos de Latinoamérica, especialmente en Perú, cuyos habitantes están expuestos a la hipertensión por razones de altitud, aunque ese factor se constata a partir de la opinión de un médico peruano, «está lejos de ser el factor importante», y señala como elementos prioritarios a tener en cuenta «la forma de vida de las personas, su situación económica o el hecho de que vivan en condiciones de hacinamiento y de pobreza».
«Prolongue su vida: controle ahora su presión arterial», dicen los carteles pegados en la ciudad de Lima, especialmente en los hospitales, cuenta John Bland en su artículo. Vehículos motorizados -dice- recorren la capital ofreciendo a los transeúntes mediciones gratuitas de la presión de la sangre. Los vehículos llevan el emblema de la campaña nacional contra la hipertensión: el mapa de Perú dentro de la silueta estilizada de un corazón humano.
El problema es complejo, de acuerdo a los datos que entrega esta misma fuente: «Entre los nacidos a orillas del lago Titicaca, a 3.820 metros de altura, apenas se dan casos de hipertensión, mientras los que allí nacen siguen vi viendo en su tierra natal. Pero entre los nacidos en el altiplano que van a vivir a Lima, las tasas de hipertensión son exactamente las mismas que entre los demás habitantes de la capital.» Las estadísticas oficiales de Perú indican que «las enfermedades cardiovasculares, en especial la hipertensión arterial sistemática, constituyen la mayor causa de enfermedad, invalidez y muerte en la edad adulta».
'Mayores índices en la población negra
Tom Sellers, editor de textos científicos en la Universidad Emory, de Atlanta (EEUU), señala en su artículo Un asesino silencioso que uno de los enigmas actuales de la medicina en Estados Unidos es el de la frecuencia abrumadora de la hipertensión arterial en la población negra del país. Fundamenta su afirmación en el hecho de que «la cuarta parte de los veinticinco millones de hipertensos que hay en Estados Unidos son personas de raza negra y, en el grupo de adultos, la mortalidad por hipertensión es quince veces mayor que entre los blancos y diecisiete veces mayor entre las mujeres negras que entre las blancas».
¿Tienen los negros una predisposición genética a la hipertensión? ¿Intervienen los hábitos de alimentación en esas diferencias de mortalidad y morbilidad, o hay que atribuirlas más bien a las tensiones afectivas causadas por la pobreza o por las condiciones de vida de los negros en una sociedad dominada por los blancos?, se pregunta Sellers. Y responde: «Es seguro, en cualquier caso, que los factores económicos y psicosociales desempeñan en la génesis de la hipertensión arterial un papel mucho más importante de lo que se pensaba hace algunos años, sin desdeñar la posible influencia de factores alimentarios. Entre ellos, el consumo excesivo de sal, y cita al doctor Irland, que, como muchos otros médicos -dice-, está convencido de que una de las causas principales de hipertensión entre los negros es la vida en un medio hostil, en el que la estabilidad financiera y la solidaridad familiar son para muchos metas inasequibles.»
En los barrios pobres de las ciudades estadounidenses, los negros presentan una susceptibilidad alarmante a la hipertensión. Esta afirmación de Sellers se basa en un estudio efectuado en la ciudad de Michigan, del que se desprende que los negros avecinados en los barrios de «gran conflictividad social» de Detroit, están mucho más expuestos a la hipertensión que sus hermanos de raza de los barrios «de clase media». Según este mismo estudio, se detectaron casos individuales con niveles de tensión increíblemente elevados entre los negros que se sienten aprisionados en los ghettos urbanos.
Una amplia información proporcionada por el doctor S. Hatano, del Instituto Metropolitano de Gerontología de Tokio, quien, en resumen, demuestra con cifras fidedignas que «el control médico sistemático de los ferroviarios j aponeses ha acarreado una reducción apreciable de la frecuencia de la hipertensión y las afecciones cerebrovasculares en este grupo de personas, de quienes depende -dice- la seguridad de millones de viajeros». En este amplio panorama se señala la obesidad como factor de hipertensión, el cigarrillo y muchos otros elementos hasta llegar al uso de contraceptivos orales que eleva la tensión oral de las usuarias, moderadamente en la mayoría de los casos y de manera apreciable en unos pocos, según
Alerta de la Organización Mundial de la Salud
afirma J. I. Robertson (del Departamento de Hipertensión de Glasgow).«Dos cuestiones capitales subyacen al complejísimo problema de la hipertensión: la necesidad de investigar el origen y las causas de la afección para abrir posibilidades nuevas de acción preventiva, y la necesidad de reunir datos fide dignos sobre la aplicación de los conocimientos disponibles para organizar debidamente los programas de control, utilizando todo el arsenal moderno de medios terapéuticos y asistenciales», sostienen los doctores Pisa y Strasser, jefe y especialista de enfermedades cardiovasculares de la OMS.
Origen y causas
Lo que está claro para el doctor A. Fromet (del Hospital de Enfermedades Cardiovasculares de Lyon, Francia) son las consecuencias graves de la hipertensión, y cita como el más común el que la elevación persistente de la presión de la sangre en las arterias acarrea una sobrecarga de trabajo para el corazón (favoreciendo la aparición de insuficiencias cardíacas), causando lesiones traumáticas de la sancto ¡esiones traumat icas cie ia pared arterial y preparando el terreno para la arterioesclerosis con sus múltiples secuelas posibles: angina de pecho, infarto de miocardio, paro cardíaco y trombosis cerebrales, entre las consecuencias de mayor gravedad.
El doctor Froment señala que el problema de la hipertensión y sus secuelas es particularmente apremiante en Europa, donde los hipertensos representan un 10% del total de personas de más de cincuenta años. «Es verdad -agrega- que no todos los hipertensos están inexorablemente condena dos a sufrir uno de esos accidentes, sino que muchos de ellos pasan, por así decir, «entre las mallas de la red», pero sería erróneo inferir la benignidad de la hipertensión en general, del hecho de que tal o cual hipertenso vaya sorteando con éxito los riesgos inherentes a la afección.»
Todos los informes sobre los que hemos hecho someras referencias, constituyen sólo una parte del arsenal que prepara la OMS para hacer frente a la hipertensión, al mismo tiempo que constituyen, según lo dice el director general de la Organización Mundial de la Salud, el doctor Malíler, «un llamamiento general a los profesionales de la salud, a la población y a las organizaciones gubernamentales interesadas, que la OMS espera movilizar en todo el mundo a través de la participación colectiva en la lucha contra la hipertensión».
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