Ante el incremento del salario mínimo
«(...) El ministro de Trabajo acaba de anunciar la inminente revisión del salario mínimo, pero lo sorprendente del caso es el volumen que supondrá el incremento previsto, según la voluntad del ministro del ramo. Desde 1977 el salario mínimo cifraba las quinientas pesetas diarias (15.000 pesetas mensuales). Ahora, según las declaraciones de Calvo Ortega a El Adelantado, de Segovia, el incremento será del orden del 22%. Es decir, 620 pesetas diarias (más de 18.000 mensuales). En modo alguno nos vamos a oponer nosotros a una medida de semejante incidencia social, mayormente si, según los datos obtenidos, puede mejorar la situación de unos 700.000 trabajadores. Ahora bien, ¿verdaderamente esta cifra bastará para resolver el problema de dichos afectados? Y, en el supuesto de que así fuere, ¿se ha previsto ya la repercusión en las empresas más débiles y mayormente aquejadas por la crisis inacabable que soportan? ¿Podrán absorber las consecuencias subsidiarias que del mismo se van a seguir? (...)(...) Esta nueva subida, la más importante que se produce en la historia de nuestro salario mínimo -desde 1963 en que se estableció- y la de más alto porcentaje en los países de la OCDE, según los datos de la misma, debe de preocupamos necesariamente, si reparamos en el hecho de que la base de cotización de la Seguridad Social se verá fuertemente incrementada en la misma proporcionalidad que este aumento de salario mínimo. Y, por otra parte, ¿dónde va a quedar el supuesto freno inflacionista del pacto de la Moncloa, que fijaba un incremento máximo de este concepto en un 7,7% para el año 1978? Los pactos ya famosos, que debían de resolver la gravedad de nuestra crisis, es cierto que han incidido favorablemente en la reducción de alza inflacionista de los precios. Pero estos pactos, a la vista está, están siendo contravenidos con semejantes noticias. En ellos se decía que la recaudación de cuotas de la Seguridad Social no debía aumentar en más del 18%. Y, ¿qué va a suceder ahora?
La cuestión es extremadamente importante por la sarta de consecuencias en cadena que va a producir. El país atraviesa uno de los peores momentos de su historia, y la inseguridad general, la falta de definición del tipo de economía a que aspiramos, las vacilaciones espectaculares -a veces contradictorias- que se dan en ciertos niveles de la Administración, hacen que los empresarios se retengan en la inversión, de manera que nada nos preanuncie una mejoría sustancial de las cosas para que veamos en todo ello un signo positivo. Nuestro paro crece alarmantemente. Hemos ya superado el millón de parados.»
26 marzo
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