Música en la Semana Santa

La descentralización de la música en Madrid y su consiguiente democratización me parecen urgentes necesidades. Hace mucho tiempo que algunos pedimos con ahínco este estirón, este cambio de rostro, a nuestro ser músico-social. La Dirección General de Música y la Comisión Diocesana de Música Sagrada han abordado tímidamente o, si se quiere, han ensayado la audición masiva y gratuita de dos grandes conciertos sacros celebrados, respectivamente, en la basílica de la Merced, calle del general Moscardó, y en la parroquia del paseo de las Delicias.Ambos templos se abarrotaron de un público entusiasta representante de lo que ya está muy lejos de ser élite o minoría. Hay que tomar conciencia de que la música, a través de los diversos medios de comunicación y con la poderosa ayuda del disco, ha penetrado en inmensos sectores, capaces de seguir con interés y sensible receptividad las cantatas de Bach, el Salmo de Schütz, el Te Deum de Charpentier (sí, el de la sintonía de Eurovisión), el Pater Noster, de Gallus, Christus factus est, de Bruckner y otros pentagramas de Durante, Haendel o Bach.

Protagonistas de las jornadas (y de las que se celebran el Jueves y Viernes Santo en Cuenca) fueron la Orquesta de Halle y el Kreuzchor de Dresde, dirigidos por Martin Flaming. El Coro de la Cruz, cuya tradición se remonta al siglo XIII y con el que trabajaron Bach y Haendel, mantiene viva una herencia y conserva la identidad de un estilo. Con un buen cuarteto de solistas, las agrupaciones de la República Democrática Alemana lograron versiones de primera categoría, lo que justifica el fervor con que fueron acogidas. Decididamente hay que llevar la música a los barrios, habilitar teatros y templos, desarrollar en suma una honda tarea de animación cultural. Ni todo el mundo cabe en el Real, ni la entera clientela musical desea venir al Real. Queda así convertida en auditorio en potencia, más frecuentador del receptor y el tocadiscos que coprotagonista de la experiencia musical directa, la definitivamente válida. Breves preámbulos del P. Palazón situaron a los autores y las obras.

Blancafort y su coro

Siguiendo una costumbre establecida desde el primer año, los Lunes Musicales de RNE se trasladron a la iglesia de los Jerónimos. En audición también gratuita -como son todas las series, tanto en Madrid como en Barcelona-, Blancafort dirigió polifonía de Juan del Enzina, de las Infantas, Comes y Pujol. Es sabido con qué refinamiento cultivan el arte polifónico Alberto Blancafort y sus colaboradores. No ha de extrañar, entonces, la transparencia y flexibilidad con que nos llegó la soberbia textura del complejo vocal o de la profundidad de concepto de la que se deriva una fuerza expresiva tan coloreada y grave como la de nuestros mejores imagineros.

Un coro universitario, el Virgen de Loreto, dirigido por Fernández Picón, ha repetido cinco veces en distintas iglesias de diferentes barrios un bello y antológico-programa en el que, junto a nuestros clásicos y alguno extranjero, se alinean los contemporáneos Casals, Olmos, Prieto, Kodaly y algún otro.

Estrenos en Cuenca

En fin, desde el punto de vista de la creación, un acontecimiento importante se destaca dentro de la XVII Semana de Música Religiosa de Cuenca: el estreno mundial de la obra encargada por la Semana a Luis de Pablo. Se trata de Bajo el sol, para coro y orquesta, y de ella haremos, como corresponde, capítulo aparte. Junto a la obra de De Pablo, serán también estreno absoluto las Aleluyas a la Resurrección de Cristo, de Román Alís. Se reponen dos pregones pascuales de autores españoles: Angélica, de Victorino Echevarría, y Pregón para una Pascua pobre, de Rodolfo Halffter. Están ausentes -y ello es triste- Conrado del Campo e Hilarión Eslava, tan representativos en la música religiosa española, y de los que se celebran centenarios de nacimiento y muerte, respectivamente. Hay que destacar, por su interés, la interpretación del Officium Hebdomedae Sanctae, de Victoria, por el Cuarteto Tomás Luis de Victoria, y las sesiones de estudio y análisis de tan monumental obra, a cargo del padre Samuel Rubio. Otra vertiente del problema la expuso con sencillez y experiencia propia Carmelo Alonso Bernaola en su disertación sobre El compositor ante la música religiosa.