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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Un Arrabal mediocre

No hace mucho, y en estas mismas páginas, una serie de artistas y escritores denunciaban una campaña, según ellos, más o menos orquestada en España, en contra de Arrabal. En lo que al cine se refiere, y a la vista de esta su primer película estrenada aquí -segunda de su producción-, tal campaña se evidencia, cuando menos, superflua. Cinematográficamente hablando, el peor enemigo de Fernando Arrabal es el mismo Arrabal, su patente desconocimiento de los recursos cinematográficos.Hijo tardío del teatro del absurdo, creador junto con Jodorowsky, Topor y Stenberg, del grupo Pánico, Arrabal se ha sentido atraído por el cine como sus compañeros y como tantos otros escritores contemporáneos. Sin embargo, y como suele suceder también, sus filmes no alcanzan la categoría de sus obras teatrales, sus momentos sobrecogedores o simplemente chocantes donde los personajes, con candor infantil, llevan a cabo insólitas ceremonias rituales. Lejos de la farsa o la tragedia en la pura epidermis de la fábula, se nos narra aqui, entre provocaciones calculadas y simbolismos más o menos definidos, la historia de un hombre -Aden- que, huyendo de la sociedad actual, se refugia en el desierto, donde encuentra a otro hombre: un buen salvaje de claras resonancias roussonianas. Las relaciones entre ambos, sus ideas acerca de sus mundos respectivos, no van más allá de lo manido o elemental. Puro y simple el uno, tan sabio en su ignorancia como desengañado el otro en su presente y sus recuerdos, Aden Ilevará a su amigo a su cultura occidental en la que, tal como nos temíamos, el buen salvaje no consigue integrarse. Su llegada a un medio desconocido para él tampoco ofrece ningún momento de imaginación o de interés, algo que nos sugiera otra cosa que cierto rechazo epidérmico. La panoplia de efectos habituales va en este caso de la escatología a la antropofagia final, por cierto bastante mal trucada. Falta la coprofagia, no sabemos si por miedo a la censura francesa o por falta de medios. Es verdad que se apunta en el episodio de la flor inspirado en el Bosco, pero de todas formas tan apretada sucesión de provocaciones, ya conocidas desde tiempos de Buñuel, convierte al filme en un relato tedioso y mecánico.

Iré como un caballo loco

Dirección: Fernando Arrabal Fotografía: Georges Barsky Allain Thollet y Ramón Suárez. Música: Philippe Senechat. Intérpretes: Emmanuele Riva, George Shannon, Hachemi Marzouk, Marco Perrin, Marie France García. Francia, 1973. Versión original subtitulada. Local de estreno: Pequeño Cine Estudio

Si en su anterior intento cinematográfico los recuerdos de infancia, de enfermedad o frustración eran capaces de mantener en pie tal tipo de invenciones, se diría que en este caso el autor, a solas con su imaginación, no consigue ni el interés del público ni otros logros mejores que el mero repetirse.

Reducido en su mayor parte a un «más difícil todavía» evidente y constante, sólo consigue despertar en el espectador un interés entre curioso y jocoso acerca de qué tipo de nueva provocación vendrá por encima de tal castillo de fuegos artificiales.

Todo esto es claro. Para comprenderlo así no es preciso pertenecer a la extrema derecha, ni al Partido Comunista, ni a los Caballeros de Colón, ni a ninguna logia masónica. Como en este caso tampoco existe director de escena ajeno a la obra, ni traductor, ni adaptador, las culpas o posibles aciertos habrá que cargarlos al autor total, a suexclusiva cuenta. Entre estos últimos, y no sabemos si dedicados al público español, son de notar en la banda musical, destinados a subrayar ciertos momentos de humor, algunos pasajes de la Verbena de la Paloma.

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