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Elecciones legislativas francesas

El electorado galo, ante el cambio o la continuidad

Unos 35 millones de franceses acuden hoy a las urnas en el primer asalto de unas elecciones legislativas cuyo resultado final no se decidirá hasta dentro de siete días, pero cuya suerte quedará fuertemente condicionada por este primer voto. Un voto no definitivo, pero esencial.

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Los franceses se pronuncian hoy por una de las cuatro grandes fuerzas presentes en estos comicios -gaullistas, giscardianos, socialistas y comunistas- mientras que el próximo domingo lo harán simplemente sobre una opción mucho más sencilla, pero también bastante más dramática: izquierda o derecha, cambio o continuidad.En las últimas horas, y a medida, que los sondeos siguen confirmando una ventaja de seis y siete puntos en favor de la oposición, la primera vuelta de estas elecciones legislativas ha ido cobrando una importancia sin precedentes en los veinte años de la V República. El hecho de que el presidente Giscard d'Estaing haya decidido a última hora comprometerse más a fondo a favor de su mayoría presidencial da idea de lo que los partidos en el poder entienden jugarse en la votación de hoy.

Si se tiene en cuenta que aproximadamente sólo un 20 % de candidatos conseguirá hoy directamente su escaño (es necesario un 50 % de votos de la circunscripción para ganar en la primera vuelta), el interés principal de la votación de hoy se centra en saber hasta dónde llega el respaldo popular de las fuerzas en presencia, lo que es capital en unas elecciones en las que el resultado final depende en gran medida de un sistema de escrutinio anacrónico e injusto. En primer lugar para confirmar si efectivamente las encuestas no mienten al conceder una diferencia relativamente sustancial a la oposición. Y en este sentido, el voto de hoy tiene una importancia trascendental: si eso se confirma y es, sin embargo, la mayoría actual la que se impone tras la segunda vuelta en la Asamblea nacional, la oposición tendría argumentos de peso, apoyada en los resultados de esta primera votación popular, para contestar la legitimidad del futuro Parlamento.

Por otra parte, y también es importante, los votos de esta primera vuelta establecerán la correlación de fuerzas dentro ya de cada una de las dos grandes opciones: mayoría presidencial y oposición de Izquierda. Y será esta votación la que determinará finalmente las condiciones en que cada una de estás dos alternativas se presentará a la elección decisiva del próximo domingo día 19.

En la mayoría presidencial existe ya un acuerdo de principio para el desistimiento mutuo, en favor del candidato mejor colocado en cada circunscripción. Pero las relaciones entre gaullistas y giscardianos no son en estos momentos especialmente buenas, y un desplazamiento notable de votos de favor de unos o de otros podría crear más dificultades, sobre todo, si, al final, las dos fuerzas se viesen obligadas a pasar a la oposición.

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Como de esta votación depende también el número de candidatos de cada una de las dos fuerzas que representará a la mayoría unida en la lucha del día 19, la correlación de fuerzas interna que se establezca condicionará la imagen y con esa mayoría irá a la segunda vuelta. Nunca será lo mismo para el elector, que el día 19 decidirá entre oposición y mayoría, que ésta esté representada predominantemente por los gaullistas que por los centristas y reformistas (giscardianos).

También para la izquierda el voto de hoy tiene una enorme importancia. Tanto desde sectores de la mayoría como de la oposición se considera que una ventaja notable de los votos sumados de los partidos de izquierda contribuirá a hacer más fácil la negociación que se emprenderá entre socialistas, comunistas y radicales de izquierda desde el mismo lunes.

Georges Marchais, por ejemplo, no ha vuelto a hablar desde hace varios días de que los comunistas sólo desistirían en favor de los socialistas si conseguía un 21% de votos en la primera vuelta. Sin embargo, a nadie se le oculta que esa importante negociación de la izquierda, entre las dos vueltas, estará fuertemente condicionada por el número de votos que cada uno de ellos consiga hoy. Y las encuestas siguen otorgando una ventaja de siete u ocho puntos a los socialistas.

El problema de la izquierda

Si esa ventaja se confirmase, y todo lo parece indicar, la posibilidad de llegar a un acuerdo dependería de hasta dónde estén dispuestos a llegar los comunistas en su intransigente defensa de una versión maximalista del programa común, ya que no estarían en condiciones de imponer su criterio en una situación, consagrada por el voto popular, que les sería desfavorable.

Porque los puntos de partida de socialistas y comunistas, a veinticuatro horas del eventual comienzo de esas negociaciones, continúan bien distantes. Para los socialistas, un acuerdo entre las fuerzas de la izquierda debería versar únicamente sobre el desistimiento mutuo, sin perjuicio de que se firmase una especie de declaración de intenciones conjunta con vistas al futuro Gobierno.

Para los comunistas -y Georges Marchais continuaba defendiéndolo anteayer machaconamente ante la radio- es necesario abordar desde ya el problema de fondo, es decir, la actualización del programa común, interrumpida a finales de septiembre. «Creo que podremos llegar a un acuerdo la misma noche del 13», afirmaba Marchais. Pero el secretario general del PCF no habló en ningún momento de hacer concesiones. Y ahí es donde estriba precisamente el principal problema de la izquierda.

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