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Asesinado un guardia civil retirado en las afueras de San Sebastián

Ayer, a las 3.30 de la tarde, José Acedo Panizo, de 56 años, guardia civil retirado hace hoy dos meses, moría a consecuencia de los seis impactos de bala que contra él fueron disparados por un individuo en la localidad guipuzcoana de Aluna, a quince kilómetros de San Sebastián.

Este nuevo acto de violencia se produjo cuando, a las 3.15 de la tarde, una persona joven, con barba y abundante pelo, entraba armado en la fábrica ATC de esta localidad guipuzcoana y, acercándose a José Acedo Panizo, que desde el mes de febrero ejercía la función de guarda jurado de la fábrica, efectuó contra él varios disparos que hicieron caer herido de muerte a la víctima, derramando abundante sangre.Según testigos presenciales de los hechos, cuando el herido se retorcía en el suelo pidiendo auxilio, el individuo, que ya se marchaba, volvió para rematarlo efectuando contra él otros tres disparos en la cabeza. Una vez realizada la acción huyó por el monte, «pero no salió corriendo ni deprisa, lo hizo despacio y tranquilamente, como lo había hecho al entrar en la fábrica», declararon varios de los trabajadores que pudieron ver el desarrollo del suceso. En el momento de redactar estas líneas, fuertes contingentes de la Guardia Civil batían la zona con el objeto de proceder a la detención de esta persona. Según fuentes policiales, es posible que un segundo individuo le estuviese esperando en las inmediaciones para advertirle en el caso de que hubiese algún peligro.

Los compañeros de la víctima que presenciaron los hechos increparon a la persona que efectuó los disparos, momento en el que éste introdujo un nuevo cargador de balas, marca Geco, en la pistola de nueve milímetros parabellum que utilizó para dar muerte al guardia jurado. Al desaparecer el individuo armado; varios trabajadores recogieron del suelo a José Acedo Panizo, que agonizaba, y en una furgoneta de la fábrica Aplicaciones Técnicas del Caucho lo trasladaron a la residencia sanitaria Nuestra Señora de Aránzazu, de la capital guipuzcoana, donde a las cuatro de la tarde ingresaba cadáver.

Los móviles del suceso no están claros. Según la Guardia Civil «José Acedo era muy querido en el pueblo de Andoain, donde durante cinco años ejerció el oficio de guardia civil. La gente le quería mucho y solía alternar en los bares con los del pueblo». Sin embargo, según otras fuentes, José Acedo Panizo no era bien visto ni en el pueblo de Villafranca, donde ejerció como cabo primero de la Guardia Civil durante quince años, ni en el pueblo de Andoain, donde fue sargento durante otros cinco años, hasta el pasado 11 de enero, que se retiró del cuerpo. En este pueblo su nombre parece que figuró en algunos panfletos acusatorios. En determinados círculos se barajaba la posibilidad de que José Acedo Panizo tuviera que ver con la muerte del primer militante de ETA, Echevarrieta, que en 1968 caía muerto en la localidad guipuzcoana de Villabona por las balas de la Guardia Civil.

José Acedo Panizo tenía 56 años, estaba casado, era natural de Zamora y tenía tres hijos.

Al conocerse el asesinato del que fuera sargento de la Guardia Civil, Izquierda Democrática, Alianza Popular y ORT, entre otros partidos, han difundido comunicados para condenar esta acción.

Actúa la extrema derecha

A última hora de ayer elementos de extrema derecha agredieron en diversas ocasiones a varios ciudadanos que se encontraban en los bares de la capital donostierra, o simplemente paseando por las calles de la capital. En su acción violenta emplearon cadenas y barras de hierro, así como porras.

Los extremistas, que entraron en varios bares a punta de pistola, obligaron a la gente a gritar Viva España y Viva la Policía Armada. A su vez, los agresores gritaban Vascos asesinos, cobardes y traidores y profirieron insultos contra el País Vasco y sus habitantes.

Algunas de las personas que no obedecieron las órdenes de los extremistas de derecha fueron golpeados. La violencia ejercida por estas bandas, que estaban compuestas por veinte o veinticinco individuos, no se limitó únicamente a las agresiones personales, sino que en numerosas ocasiones volcaban motos para después destrozarlas con barras de hierro. También causaron diversos daños a coches particulares aparcados en las calles.

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