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Crítica:CINE /
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La traición de las palabras

El pasado domingo esta película obtuvo en el Festival de Berlín el Oso de Oro, ex aequo con Las truchas, de José Luis García Sánchez. Al premiar estas películas, el jurado de Berlín no premiaba los aciertos individuales de dos obras de arte determinadas, ni siquiera una cinematografía nacional que, tras cuarenta años de asfixia, da muestras de una madurez y una salud envidiables. Lo que ha premiado el jurado de Berlín de este año es una nueva forma de entender el cine. No ya como producto, sino como práctica. Una nueva forma de plantearse la producción, en la que se cuestionan todas las etapa del trabajo cinematográfico: guión, rodaje, montaje, etcétera.

Audacia y riesgo

Las palabras de Max

Dirección: Emilio Martínez-Lázaro.Guión: Elías Querejeta y Emilio Martínez-Lázaro Fotografía: Teodoro Escamilla. Música: Luis de Pablo. Intérpretes: Ignacio Fernández de Castro, Gracia Querejeta, Myriam Maéztu, Héctor Alterio y Cecilia Villarreal. Española, 1977 Local de estreno: Azul

El jurado de Berlín ha dado el Oso de Oro a la experimentación a la audacia, al riesgo. A un cine interrogante, autocrítico, agresivo y distinto. A dos películas que, plantando cara al deprimente estado actual de la industria cinematográfica, en el que la producción de una película se asemeja cada día más a la fabricación en serie de cualquier objeto más de consumo, han optado por el salto al vacío que devuelva a la actividad artística su consustancial dosis de imprevisibilidad y aventura. Por todo ello, estos premios no han podido ser más acertados, al margen de las consideraciones críticas que cada una de estas dos películas pueda suscitar.Las palabras de Max es el primer largometraje de Emilio Martínez-Lázaro, quien tiene tras de sí diez años de crítica, cortometrajes, guiones y realizaciones para televisión. Rodada en dieciséis milimetros, y posteriormente hinchada a 35, esta película es el resultado de un año de rodaje. Lo cual responde más a una voluntad de innovación en la práctica cinematográfica que a una exigencia real de la historia, la cual, por otra parte, carece de existencia previa a la película, que se presenta como un texto apoyado sólo en sí mismo. El carácter extraordinario del método seguido no impide que el resultado pueda parecer convencional. En todo caso, la película retrata el proceso de creación de una historia y la clarificación de los elementos que la componen. Las palabras de Max podría verse como un esbozo, como un cuaderno de notas tomadas para otra posterior historia, pero que se presentan como definitivas.

Absoluta soledad

Esta historia está articulada en tomo a la palabra, construida alrededor de largos diálogos. Pero aquí estos no tienen la función que, por ejemplo, en un filme de Rohmer (Mi noche con Maud es otro claro ejemplo de película basada en el diálogo), aquí las palabras son como el intento desesperado e inútil de superar una abismal incomunicación, una absoluta soledad. Las palabras de Max no le acercan a nadie, sino que, por el contrario, le aislan con una mecánica implacable que las hace volverse contra él. Martínez-Lázaro, al contrario que Rohiner, no cree en las palabras. Las palabras de Max son un SOS sordo y estéril. Son envoltorio de preguntas que debiera ser pecado formular. La exteriorización de un moderno pecado original, de un rito impúdico y suicida. Las palabras son in fieles, su número no consigue camuflar lo indecible, siempre presente, amenazador. Las palabras forman parte de nuestra epidermis. Son una forma de no mirar, ni dentro ni fuera; de no oír, ni a uno mismo ni a los otros.

Improvisación y actores

Los elementos de que Martínez-Lázaro se sirve son la improvisación, la utilización de actores no profesionales junto a profesionales. Esto le da a la película un tono híbrido, zigzagueante, que tan pronto se eleva en momentos de impulsiva inspiración, como naufraga en artificiosos ejercicios. Una película que acerca a los circuitos comerciales el aliento del cine super-personal, amateur incluso, con todos los vicios y los aciertos que ello implica. Este tono está omnipresente en la película, desde el primer y largo plano de Max en el teléfono. Un plano que emociona, pero que también irrita. Mucho más ambiciosa de lo que a primera vista parece, Las palabras de Max acierta en algunos momentos a comunicarnos una angustia y una soledad infinitas. Pero es un filme en muchos aspectos fallido, en el que lo mejor de todo son, sin ninguna duda, las relaciones de la hija de Max con éste, en gran parte debido a la poderosa presencia de Gracia Querejeta, que destaca con distancia sobre sus compañeros de reparto.Se ha dicho que Las palabras, de Max es un filme intelectual. Yo creo que no lo es en absoluto. En todo caso es un filme sobre un intelectual al que nunca vemos ejerciendo como tal. Porque, probablemente, sólo la actividad intelectual -profesional- salva a Max de perderse en los laberintos irracionales de las relaciones humanas, con los que su supuesta racionalidad se niega a identificarse y reconocerse.

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