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Entrevista:

El caballo de picar: de víctima de la fiesta, a "profesional" del toreo

Al español de hoy no le interesan los toros. Es una opinión que circula, desde luego no avalada por una encuesta seria, si es que tal encuesta existe. Pero aunque tal opinión respondiera a la realidad, habría que preguntar: «¿No interesan los toros, o estos toros de la época presente?»

Porque la fiesta, a partir de la posguerra, experimentó un cambio profundo en lo esencial, y lo esencial es la suerte de varas. La afición fue a menos con el nuevo estilo de vida, pero también con el cambio de la fiesta. Y ocurre ahora que ese estilo de vida sigue su ritmo, mientras que hay un renacer hacia la autenticidad del espectáculo taurino y al tiempo parece que renace la afición. Seria importante estudiar estos paralelismos.Antonio Sánchez Belda, doctor en veterinaria, jefe de la sección de Ganado Bovino del Ministerio de Agricultura, ha estudiado a fondo el tema. Y éstas son sus opiniones: Sánchez Belda: Antiguamente el caballo de picar era producto del desecho y desvieje; animales agotados y tarados, que salían al ruedo para morir en las astas del toro. La desaparición del caballo como animal de trabajo produjo la sustitución por otro, sacado de entre los caballos con plenas facultades y dotados de las mejores condiciones para la lidia; es decir, el caballo de silla español, particularmente apto para la buena doma, ágil, ligero, con grandes elevaciones, extraordinaria facilidad de movimientos y quiebros, y por ello, especialmente estimado por los picadores.

EL PAÍS: Que, por cierto, no se ve actualmente en los ruedos casi nunca.

S. B.: Naturalmente, porque, poco a poco, lo fueron sustituyendo por otro diametralmente opuesto, pesado, lento, envarado y torpón, dotado para la elemental doma del atalajado de tiro y absolutamente incapacitado para adquirir él adiestramiento indispensable en la técnica de picar. Gigante y masivo, poderoso y estático, comprado joven o en perfecto estado de conservación, protegido, además, por el enorme peto, constituye el aberrante prototipo actual de los caballos de picar. Y se ha llegado a la profesionalización de estos animales, hasta el extremo de que hay cuadras exclusivamente dedicadas al toreo, que permanecen inactivas fuera de temporada.

La feria de Pola de Lena ha eclipsado la de Sevilla

EL PAÍS: ¿Es cierto, como aseguran los contratistas, que no hay en España caballos suficientes para estos menesteres?

S. B.: Al contrario: no hay problema para cubrir las necesidades anuales de la fiesta, que es de unas trescientas a cuatrocientas cabezas. Pero conviene que digamos algo sobre la cría caballar. Su crisis, iniciada con la motorización del transporte y culminada con la mecanización de la agricultura, supuso que de 808.000 cabezas existentes en España en 1935, se pasara a 256.000 en 1977. Pero no sólo hubo descenso de efectivos, sino trascendentales cambios también, entre los que destacan la radical in versión del mapa caballar y la transformación de las estructuras étnicas. En el pasado, centrada la cría caballar sobre los tipos ligeros propios para la silla y trabajos agrícolas, se concentraban en la baja Andalucía y vegas bajas del Guadiana. El caballo andaluz era dominante y representaba a la especie. En el presente, en cambio, las zonas de mayor densidad caballar radican en la cornisa cantábrica. Quizá para muchos será una sorpresa conocer que la provincia de mayor censo caballar es Oviedo (30.000 cabezas), seguida de Santander (20.000), Navarra (15.000), León (11.000), en tanto que Cádiz, Sevilla, Huelva, Córdoba, etcétera, de antigua fama y renombre, están muy por debajo. Las universalmente conocidas ferias del caballo de Sevilla y Jerez han quedado eclipsadas por las de Pola de Lena y Reinosa.

EL PAÍS: Pero bretones y percherones, que son musculosos y de gran peso, ¿no son impropios para la suerte de varas?

S. B.: En efecto, porque no hay caballo de picar si no tiene buena doma de silla, a la vaquera, para lo que están incapacitados esos tipos, morfológica, fisiológica y constitucionalmente. La actual población caballar de Andalucía, Extremadura y Salamanca (67.000 cabezas), en su mayor parte de silla y de raza. pura española, tiene en posición de venta para su inmediato empleo 18.000 cabezas (es decir, ejemplares de más de 36 meses, que no sean yeguas de vientre ni sementales), de las cuales, los cuatrocientos caballos requeridos para renovar totalmente la cuadra destinada a la lidia supondrían un 2,2%.

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