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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La inflación para los pobres, corruptos y militaristas

Inflación es que los precios corran más que los salarios... de la gente menos pudiente. La inflación es el mal del siglo. Se nos presenta casi siempre como un problema económico que sólo los economistas parecen entender y se nos habla de las consecuencias que acarrea. Pero la inflación es, sobre todo, un problema político del que interesan antes que nada las causas. De otra forma la inflación la tendremos siempre con nosotros.Primer error: creer que la inflación es un mal endémico universal. En absoluto: hay tasas de inflación para todas las economías. En 1976 no la han sentido algunos países pobres como la India, y otros ricos, como Estados Unidos, Japón o Alemania han salido adelante con niveles muy potables, de menos del 10 %. En algunos países latinoamericanos la inflación alcanza niveles febriles: del 50 %, del 100 %, o más. Esta enorme variabilidad nos pone ya en la pista de dos de las causas que desatan los resortes inflacionarios. Primera, los gastos militares, como ejemplo más refinado de gastos no productivos, creadores de burocracias que generan muy poca actividad económica. A nivel mundial ésta es quizá la primera causa de la inflación en el mundo capitalista, sólo que las grandes potencias militares (USA en particular) consiguen hacer repercutir las distorsiones inflacionarias sobre los países dependientes, los que menos poder cuentan para imponer sus precios en el comercio internacional. Esta es, pues, la segunda y concatenada causa de la inflación: el ser una economía dependiente. Veamos en síntesis el juego de las dos causas en esta tipología de países:

Es lógico que Alemania y Chile representen los dos polos de mínima y máxima tasa de inflación en el orbe capitalista. La India da también una tasa mínima en 1976, pero fue muy alta hace dos o tres años, cuando la confrontación con Bangladesh. La India es, además, en gran parte, una economía de abastecimiento y de mercado no monetario; lógicamente las leyes de la inflación no se le aplican del todo.

Lo de que la inflación se debe a la subida de los precios del petróleo es una cortina de humo -y nunca mejor dicho-. Después de todo el litro de petróleo todavía sale más barato que el de agua mineral. Por otra parte, Japón es el gran importador de petróleo y ha sabido superar con éxito la crisis. Lo que ocurre es que Japón es un país central (tiene tecnología propia), gasta poco en armamento, tiene un Estado eficiente. Lo que desató la espiral inflacionista mundial no fue el acuerdo de la OPEP en 1973, sino el volumen astronómico del derroche del Vietnam en la década anterior: 140.000 millones de dólares costó la guerra del Vietnam a la economía yanqui. Esa cantidad ha ido rebotando de país a país en las subidas de los precios que han ocasionado los monopolios multinacionales. A propósito, esos mismos monopolios son los que producen y transportan el petróleo y los que producen las armas. Ninguno de ellos ha tenido pérdidas.

¿Qué pasa con España? Nuestro nivel de inflación (más del 30 %) se acerca más a la situación de los países dependientes- militaristas que a la de los centrales-pacifistas. ¿Cómo es posible, si España es la décima potencia económica y gasta muy poco en defensa? Primero, porque en proporción al volumen del producto éste se compone de partidas con muy poca capacidad de negociación en el mercado internacional. España exporta básicamente productos industriales con patentes extranjeras y algunos artículos de consumo fácilmente sustituibles; importa lo que no se puede sustituir: petróleo y otras materias primas, tecnología. Es decir, España es un país más dependiente de lo que parece.

El Estado español gasta poco en la cosa militar, es cierto, pero el volumen de lo gastado en el conjunto de lo que podríamos llamar «actividad burocrática no productiva» es alto. Obsérvese que una parte importante del presupuesto estatal va a parar a «subvenciones» (todo empresario que pierde, si tiene fuerza, recibe ayuda del Estado), o a amortiguar el coste de la especulación y corrupción, y ciertos servicios públicos tan escasamente productivos como la TV, la Seguridad Social o la antigua cadena de Prensa del Movimiento, la centralización madrileña (excesivos viajes a Madrid para todo y para nada), pongo por caso. Es curiosísimo que en época tan propicia a cambios y revisiones no se hayan planteado a nivel de decisión política los casos de corrupción del régimen anterior. Se ha dado amnistía, pero el Gobierno tiene todavía amnesia respecto a la responsabilidad económica de sus antecesores. ¿Cuánto tardará en recobrar la memoria?

A igualdad de otras circunstancias la inflación se eleva en aquellas situaciones en las que se producen demasiadas cosas que la gente no desea en el fondo, pero que se ve forzada a comprarlas. En España tenemos, por ejemplo, un exceso evidente de propietarios de pisos (a veces una segunda vivienda que no se disfruta) de teléfonos supletorios, de televisores en color, y demás cachivaches de escasa utilidad. En cambio, hay muchísima gente insatisfecha de los servicios de educación, guarderías, transporte público, sanidad y otros igualmente básicos que resultan carísimos. Esta disonancia entre ambos grupos de bienes se paga con incontroladas subidas de precios.

En síntesis, España es una economía suficientemente desarrollada como para que haya que pagar tan caro un Estado que es: poco Estado y que es mal Estado. Este es el cultivo ideal para el virus de la inflación.

Una característica de la situación dependiente es que una parte sustancial del producto nacional sea realmente «multinacional» Este supuesto ayuda a aupar todavía más la fiebre inflacionista por cuanto las empresas multinacionales se acercan peligrosamente al modelo de monopolio en el que los precios siempre suben, sin remisión. Por aquí me parece que vamos incubando las causas de una imparable subida de precios.

La inflación no seria tan mala si no fuera acompañada del desempleo. Este es el refinado descubrimiento más reciente: puede haber inflación y paro al mismo tiempo. Lo que quiere decir en la práctica es que las subidas de precios las pagan en definitiva los que no encuentran trabajo. A riesgo de simplificar demasiado, diría que si hay una dosis tan absurda de desempleo (ni siquiera se sabe cuál es en España) es porque hay demasiada gente ocupada en trabajos escasamente rentables para la colectividad. Aquí tenemos a ingenieros industriales examinando para conducir., policías o militares haciendo papeleo, amas de casa sólo cupadas en atender a otras dos o trespersonas de su familia (a veces porque no hay guarderías, esto es, un servicio rentable), profesores de Universidad que no cambian el programa en diez años. Por supuesto, que ninguna de esas personas tiene la culpa del desbarajuste general, a veces les gustaría trabajar en algo más útil; son parte de un engranaje que les mueve sin quererlo. Esto es a lo que conduce otra vez la combinación de corrupción-dependencia. El caso extremo sería otra vez los países del cono sur americano: en ellos hay demasiada gente en actividades de represión y control estatal, en oficios comerciales insustanciales, en burocracias inservibles. Sea otra vez éste nuestro espejo negativo.

Un Gobierno de derechas como el que tenemos en. Madrid, en una situación política en que el Estado no parece que va a cambiar, sólo puede combatir algunas de las consecuencias de la inflación, no sus causas. De hacerlo, parecería la imitación de un Gobierno socialista, y para eso es mejor quedarse con el original, con un Gobierno socialista de verdad.

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