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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Prohibida la blasfemia

En todas las catedrales de mi infancia -mi infancia está llena de catedrales, y el gran Blanco-Amor escribió La catedral y el niño- había. un cartel en la trasera que decía: «Prohibida la blasfemia». Fue la única y gran pintada de los anos cuarenta, con «Gibraltar español».Exactamente era así: «Prohibida la blasfemia bajo la multa de cinco pesetas». Injuriar a Dios eran cinco pesetas, pero injuriar a Franco podía ser la cárcel infinita, como diría Joaquín Calvo-Sotelo. En algún periódico matutino sigue prohibida la blasfemia, aunque sea pagando. Carlos Vicent y yo hemos querido anunciar una función que hemos hecho, algo así como La Malquerida sin Benavente, porque Benavente es lo peor de La Malquerida, y le hemos puesto un subtítulo que reza: «Tres saetas profanas en el eterno viacrucis de España, con un apéndice blasfematorio, aunque piadoso». Y en el matutino nos han dicho que de eso nada, que nos extirpan el apéndice blasfematorio y si fuera preciso el otro, el apéndice propiamente dicho, que todavía no ha descubierto Severo Ochoa para qué sirve, salvo para dar trabajo y pasta a los cirujanos.

El apéndice blasfematorio no lo ponemos nosotros, sino que ha de ponerlo el público, que saldrá blasfemado de la función por lo mala. Pues ni así. Todavía hay matutinos que impiden blasfemar a los españoles, y eso que tenemos libertad de cultos. Se ha dicho mucho que la blasfemia es una oración inversa y lo blasfematorio en literatura, que nace con Boudelaire, hace de¡ poeta, como dice Diego Jesús Jiménez, «un cura cabreado».

Hemos explicado al recto funcionario administrativo del matutino antiblasfemante toda esta teoría de la libertad de cultos, la blasfemia como oración inversa, como forma de fe, los hemistiquios de Baudelaire y otras preceptivas. Nada, que la casa no se vende por un anuncio. Este periódico, como es más liviano, liberalote y librepensador, sí que lo ha dado.

Y como yo siempre estoy elevando la anécdota a categoría, que es el no parar, deduzco de esta cruzada antiblasfemia que por la derecha eterna no pasa el tiempo. Y el caso es que en nuestra función no hay blasfemias, que al fin y al cabo los tres hemos sido niños de derechas, y no digamos nuestros personajes: Dato, Canalejas, Fraga, Suárez, la Bella Otero, Manolete, Zarra, todos. Nada como darle un repaso a la Historia de España para persuadirse de que España es de derechas. En España, a la izquierda se le ha prohibido secularmente jugar a la pelota bajo multa de cinco pesetas o garrote vil.

No hay más que ver el poco juego del Parlamento, que a la izquierda no le dan pelota. Me llama la señora de Tierno:

-Están queriendo hacer de Enrique una especie de animal de sangre fría, y aquí estoy yo para testimoniar que no.

-Pues, nada, dile que blasfeme un poco por ahí, que eso hace muy hombre.

Pienso que lo mismo le pasó a don Manuel Azaña. Monstruo frío, le llamó la derecha elocuente. El monstruo frío estaba lleno de pasiones calientes como la pasión de España, pero la derecha quiere una izquierda blasfematoria para excomulgarla. Y si no blasfema dicen que se ha vendido o que es la abuela de Caperucita disfrazada de lobo para tranquilizar. Es lo que está pasando mayormente con Carrillo.

A mí me parece que esta democracia está necesitando blasfemar un poco, y no ya contra Dios, que el otro día me dijo el padre Llanos que ya es bastante blasfemia ese padrenuestro de cierre que da la tele, como absolviendo todas las corrupciones y carcasonas de la programación. Lo que hay que blasfemar aquí es contra el tópico, el tabú, el mito y el rito, la grúa ideológica y el cepo franquista, porque la blasfemia cívica es buena, como lo es el taco, desahoga al personal y tranquiliza el idioma. Es lo que hacemos en nuestra función: blasfemar correctamente contra los que no nos dejan blasfemar. Blasfemar un poco al levantarse es tan bueno como hacer gárgaras.

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