Movimientos de protesta por la puesta en marcha de otra central nuclear en España
Mientras numerosas entidades políticas y locales han pedido la paralización de todas las centrales nucleares en España por suponer un peligro para el medio natural y para el hombre, el director de energía nuclear de la Comunidad Económica Europea, Jean-Claude Charrault, presente en Madrid para asistir a una sesión de trabajo sobre el tema nuclear organizada por la Asociación Española de Periodistas Científicos, afirmó que Europa no sólo no debe disminuir su programa nuclear sino aumentarlo, ya que lo contrario sería dar la espalda a la realidad. El señor Charrault opina que el problema de financiación no se resuelve con nacionalizaciones, siendo el resultado de la nacionalización diferente, según los países.
Se ha hecho público un comunicado de grupos opuestos a la energía nuclear, ante la inminente puesta en servicio de la central nuclear de Lemóniz. Numerosas organizaciones (asamblea vasca en Madrid, LCR, MC, PTE, OIC, PCE, Partido Carlista, PNV, USO, CNT, HASI, EIA, AESB, ANPG, Conceyu de Asturies, Asociación de los Derechos Humanos, Asociación de Estudios y Protección de la Naturaleza, Dalma, SEM, FLM, Asociación de Vecinos de Carabanchel y Orcasitas, Ateneos Libertarios de Usera, Fuencarral y Peñagrande) han hecho público un comunicado en el que se denuncia «a la opinión pública el peligro derivado del funcionamiento de dichas centrales para el medio natural y para el hombre».«Rechazamos la postura de la Administración -prosigue el comunicado- y de las compañías interesadas por estar actuando de espaldas al pueblo en un problema de tanta trascendencia. Exigimos la paralización de todas las centrales hoy en construcción y la no puesta en servicio de las ya terminadas; y un debate público entre la Administración, las compañías interesadas y las organizaciones populares, que permita al pueblo decidir conscientemente sobre esta fuente de energía.»
Sesión de trabajo nuclear
Precisamente ayer tenía lugar una sesión de trabajo patrocinada por la Asociación Española de Periodismo Científico, sobre el tema nuclear, en la que se dieron cita numerosas personalidades especializadas en materia nuclear y periodistas. El director de Energía Nuclear de la Comunidad Económica Europea, presente en la sesión, Jean-Claude Charrault, afirmó que «en Europa no podemos permitimos parar la energía nuclear ni reducir un programa nuclear que lentamente se va realizando. Europa debe mantener su sentido de la realidad. Reducir la energía nuclear sería aumentar nuestra inseguridad. En vez de reducir los noventa gigawatios de origen nuclear programados para 1985, debemos pensar en aumentar sustancialmente esta cifra. Actualmente hay en línea 23,2 gigawatios, en construcción otros 47,3 y en proyecto otros 104,3".La energía nuclear en los países de la CEE pasó entre 1973 y 1976 de representar en la estructura energética del 1,4% al 2,3 %, debiendo alcanzar, según las previsiones un 11% en 1985. Mientras tanto, los combustibles sólidos descendieron del 22,6 al 22,5%, debiendo quedarse en diecisiete para esa fecha. Asimismo, los líquidos han cedido del 61,4 al 55,3 debiendo situarse en el 51%.
Según Romano Salvatori, otro de los ponentes en la referida sesión, «la aceptación pública, es decir, el grado en que la gente apoya el empleo de la energía nuclear, es un tema crítico de ámbito nacional en Estados Unidos. Actualmente, observamos que este tema está experimentando un ciclo de evolución hacia una fase de mayor apoyo al empleo de la energía nuclear.
Oposición nuclear
Se constata que el período formativo de la industria de energía nuclear a escala comercial, desde mediados de la década de 1950 hasta 1970, la aceptación de la energía nuclear por parte del público era considerable, ya que la energía nuclear captaba la imaginación de la gente como fuente de energía prácticamente ilimitada, representando otra frontera científica y tecnológica a conquistar. Pero fue al final de esa primera fase optimista cuando, alrededor de 1970, comenzaron a desarrollarse amplios movimientos de oposición a las centrales.A consecuencia del esfuerzo de los movimientos ecológicos, las organizaciones contestatarias del sistema social, y otras entidades, la aceptación por parte del público descendió en EEUU a un 46 %. A partir de entonces se inician por parte de las empresas promotoras de la energía nuclear, grandes campañas de diálogo con el público difundiéndose una opinión tranquilizadora que ha logrado éxitos reales en Estados Unidos: el porcentaje de los indecisos ha descendido casi a la mitad y el porcentaje de antinucleares ha disminuido lentamente desde principios de 1976.
Situación española
En España, «el dilema tiene caracteres graves -según aseguró Agustín Alonso, de la Junta de Energía Nuclear-, ya que el país no cuenta con recursos energéticos suficientes. Los presupuestos para la importación de petróleo alcanzarán en 1978 cifras cercanas a los 400.000 millones de pesetas».Según el señor Alonso «en el momento actual, y muy posiblemente en el futuro, la aceptación de la energía nuclear va a depender de que se entiendan interlocutores que hablan y piensan entre sí en términos muy distintos. Dada la importancia que tiene la energía para la vida de los pueblos y de los individuos, al discutir la aceptabilidad de la energía nuclear, han de intervenir todos los individuos y todos los estamentos de la sociedad, lo que da complejidad al problema... Lógicamente, cada uno de los individuos y de los estamentos juzgará la cuestión desde su propio mundo, analizando los actos de los demás que, a su vez, se encontrarán en sus ambientes respectivos. El resultado es una especie de diálogo de sordos al que sin duda se ha llegado».
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.