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Cinco niños provocan grandes destrozos en un colegio de Badajoz

Sin motivos aparentes cinco niños, en edades comprendidas entre los seis y nueve años, penetraron en un grupo escolar de Badajoz, situado en el barrio de la Luneta, uno de los más pobres y abandonados de la capital, y destruyeron todo cuanto hallaron a su paso. Persianas y cristales, mesas y sillas por los suelos cuadros, lápices, tizas y uniformes aparecían esparcidos en una de las aulas dedicadas a párvulos de la unidad escolar.

Esta aventura hubiera podido tener consecuencias de mayor alcance si, de no mediar la cordura de uno de ellos, hubieran prendido fuego a la clase, como era la pretensión del más pequeño. Unas cuantas botellas de propano, que fueron servidas unos días antes, hubieran bastado para hacer volar todo el edificio, al que accedieron tras hacer pasar al más pequeño por entre las rejas que cubren las ventanas. Tras romper los cristales y hacer caer las persianas, entró en el edificio abriendo una puerta que dio paso a los demás. Una vez dentro pasaron a realizar el peligroso juego de destruir todo cuanto a su alcance tenían.Su intención fue pasar a otras dependencias, pero del manojo de llaves de todo el centro que encontraron no acertaron con la idónea para pasar a otras aulas. Estas llaves aparecerían después en la calle, medio enterradas en un agujero junto a unos cuantos bolígrafos, blocks y algunos lápices, que se supone fue el botín.

Para buscar una razón a esta acción violenta, algún profesor ha recordado que muchos de los niños que van a ese colegio ha habido que llevarlos uno por uno, yéndolos a buscar a sus casas y convenciendo a sus padres. No obstante, sigue habiendo en el barrio un montón de chicos que no asisten a la escuela.

Los padres de muchos están en paro. Hay alcohólicos, delincuencia a muchos niveles y el ambiente que respiran no es precisamente el idóneo para crearse en ellos una conciencia responsable.

Las pesquisas entre el alumnado puso en la pista de los presuntos autores del hecho. Hubo resistencia de éstos a admitir su culpabilidad, pero ante la policía, que fue requerida, se confesaron autores. Son dos hermanos, de siete y ocho años de edad, otros dos de seis y nueve años y el último, de siete, todos ellos residentes en el barrio. Tres de ellos son alumnos del centro y otro parece que es fugado del reformatorio de Olivenza. Todos quedaron a disposición del Tribunal Tutelar de Menores.

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