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Entrevista:

"No guardo resentimiento hacia Cuba

EL PAÍS: Usted trabajó activamente en favor de la revolución cubana, ¿cuál fue la. razón de su distanciamiento posterior?Reynold González: Trabajé contra la tiranía de Batista y su derrocamiento. En Venezuela, a donde me trasladé por orden de la dirección del Movimiento 26 de Julio, llevé a cabo una campaña, durante seis meses, para recaudar fondos y enviamos armas y una gruesa cantidad de dinero a Sierra Maestra. Las diferencias surgieron una vez instalado el Gobierno revolucionario y fuerorn debidas a problemas de tipo político, de la línea política, por no ser yo partidario del comunismo. Al irse produciendo el compromiso de la revolución con el comunismo surgieron las diferencias que motivaron mi lucha frente al Gobierno en el poder. Fui detenido y condenado por las actividades insurreccionales del Movimiento Revolucionario. del Pueblo, del que yo era el máximo dirigente.

'Liberado por motivos humanitarios'

Ocho días después de su detención, nacieron en Estados Unidos sus dos hijos gemelos el 20 de octubre de 196 1, con los que se vio, por primera vez, en Madrid, primer lugar de destino tras su liberación. Desde la detención, su esposa, Teresita Alvarez de González (que estuvo presente en esta entrevista) desarrolló continuas gestiones para conseguir la liberación de Reynold González ante los Gobiernos de Venezuela, Bolivia, Bélgica, Francia, el Vaticano, dirigentes sindicales y también en España ante los ministros de Asuntos Exteriores, Martín Artajo, Castiella, Cortina y también a través de Joaquín Ruiz Jiménez.El pasado año, el escritor Gabriel García Márquez publicó en México un reportaje sobre la vida de los presos cubanos en el que hablaba de Reynold. González. Teresita Alvarez se desplazó a la capital mexicana y pidió al escritor que intercediese para conseguir la liberación de su esposo. García Márquez, por motivos humanitarios, se comprometió a llevara cabo, esta misión.

García Márquez se entrevistó en La Habana con Carlos Rafael Rodríguez, vicepresidente del Consejo de Estado, y con Fidel Castro, a quienes planteó el caso. El segundo encuentro fue definitivo: de él surgió la orden de libertad para Reynold, que el 12 de diciembre fue embarcado en un avión rumbo a Madrid, en compañía de García Márquez.

EL PAÍS: ¿Considera que su liberación fue debida estrictamente a motivos humanitarios?

R. G.: Yo lo creo así. Lo fundamental de mi liberación ha sido la intervención del escritor García Márquez. No sólo él, sino también su esposa, se interesaron, por motivos de solidaridad humana, por mi situación personal, por_el hecho de que llevaba dieciséis años de separación de mi esposa y tener dos hijos, a los cuales no conocía, porque nacieron en, los Estados Unidos ocho días después de mi detención. Esa circunstancia motivó a García Márquez, que cuenta con buenas relaciones con las autoridades cubanas.

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EL PAÍS: ¿Hubo alguna condición o compromiso de su liberación?

R.G.: No. No ha habido absolutamente ninguna condición, precisamente eso fue lo primero que García Márquez me dijo al montar en él, avión: «Eres completamente libre, no tienes ningún compromiso. Puedes ir a donde te plazca y hacer lo que te plazca; el Gobierno me ha concedido esta solicitud, sin compromiso de ningún tipó.»

EL PAÍS: ¿Puede usted regresar a Cuba cuando lo desee?

R.G.: Bueno. De acuerdo con las condiciones de mi documentación, corila cual he llegado, sí. Yo tengo un pasaporte normal, como un cubano más, y mi liberación se ha producido de acuerdo con los canales establecidos al efecto, por lo que, supongo, no tengo ninguna dificultad para regresar. Eso no quiere decir que yo tenga la intención de regresar, yo tengo sencillamente que dedicarme a mi trabajo, a mi vida personal con mi familia, a la reconstrucción de mi familia, que está ubicada en Estados Unidos.

EL PAÍS: Volvamos al tema de su detención. Está se produjo meses después de la invasión de Bahía de Cochinos, ¿el movimiento antigubernamental que usted dirigía tuvo alguna vinculación con esta operación?

R. G.: No, en absoluto. Yo permanecí todo ese tiempo en condiciones de clandestinidad, esperando a que pasase este ciclón, porque no sabíamos qué rumbo era el que traía. Lo desconocíamos. Bahía de Cochinos se produjo como una acción exterior que no fue conocida, ni apoyada interiormente. Los movimientos que estaban funcionando entonces contra el régimen en la isla desconocieron el hechó y, sencillamente, tuvieron que hacer lo que la mayoría de los hombres que nos encontrábamos en Cuba: esperar los acontecimientos, por que nadie tuvo conocimiento de ellos, ni tuvo que realizar ningún tipo de apoyo a esa actuación, incluyendo aquellos movimientos que estaban vinculados directamente con los promotores de Bahía de Cochinos.

EL PAÍS-. ¿Estuvo usted considerado como un preso político por las autoridades cubanas?

R.G.: Yo fui procesado y, siete eses después de mi detención, juzgado y condenado. Si era considerado como preso político o no eso entra en consideraciones que ya escapan de mi conoc¡miento. Yo he llegado ahora a un país, España, donde no manejo esa cuestión de nomenclaturas. Allí, nosotros nos considerábamos como presos políticos. Es más, el tratamiento que recibíamos era el de un preso político. El preso político estaba aparte y en condiciones distintas a la del preso común. Existen allí prisiones de comunes y prisiones de políticos.

EL PAÍS: ¿Cuáles eran sus condiciones de detención?

R. G.: Desde hace cinco años, igual que la mayoría de los presos políticos, estábamos en lo que se llama los «frentes abiertos», que son unos lugares de trabajo donde se recibe un permiso de salida durante 72 horas cada 45 días y donde uno percibe un jornal, equivalente al jornal de la calle. Yo trabajaba en la construcción. Estas son las condiciones en que estaba últimamente. En el momento de mi liberación me encontraba disfrutando de uno de esos permisos y la decisión me sorprendió, no la esperaba.

EL PAÍS: ¿Tiene alguna queja que formular contra el trato recibido durante su detención o los interrogatorios?

R. G.: No hay preso en el mundo, en ninguna circunstancia, que no tenga la queja de estar preso, aunque siempre el interrogatorio, en cualquier lugar, es difícil. Así que, por lo tanto, siempre tiene uno la queja de estar preso. Es una queja universal, fuera de ella no tengo ninguna.

EL PAÍS: Durante las horas de libertad que disponía" ¿ tuvo oportunidad de seguir la evolución del proceso político cubano y establecer una comparación entre la Cuba de los primeros días del triunfo de la revolución y la de hoy mismo?

R.G.: El preso que tiene la posibilidad de salir a la calle se desvincula un poco del proceso político interior, porque procura disfrutarlo al máximo con su familia, en el cine, en el paseo. A mi me ocurría lo mismo, aparte de que empleaba de, dos a tres horas diarias en hablar por teléfono con mi esposa y mis hijos. Uno está al tanto del proceso político, pero no con profundidad y detalle. Sería muy ligero y superficial que emitiese un juicio.

'El resentimiento no conduce a nada'

EL PAÍS: ¿Usted guarda algún tipo deresentimiento hacia Cuba por la situación qué se ha visto obligado a padecer?R. Q .: Yo creo que siempre es malo guardar resentimientos. Los resentimientos no conducen a nada. Cuando no existen, hay posibilidades de todo. Cuando, hay resentimientos, las posibilidades son menos. No conducen a nada.

Ahora tengo el propósito de hacer una vida completamente privada, pero en algún momento puéden ocurrir tergiversaciones que no me gustaría que ocurrieran, pero que de hecho han ocurrido. Yo no estoy vinculado, ni lo estaré política o sindicalmente, a ningún grupo u organización. Sin embargo, alguna organización sindical latinoamericana ha hecho circular un documento, en el cual aparece como si la hubiera orientado para que expresar mi agradecimiento hacia Gobiernos y organizaciones que en otras solicitaron mi liberación épocas lo cual no es cierto, porque yo me creo en perfectas condiciones personales de poder, directa y personalmente, dar mi agradecimiento como se merecen y como lo he hecho en España, a quienes en otro tiempo tuvieron esa disposición, aunque no se viese pristalizada. Yo no he pedido, ni mucho menos, a ninguna organización que lo haga en mi nombre, ni tampoco puede interpretarse, como se desprende del documento citado, que yo pertenezco a dicha organización. No pertenezco a ninguna, en estos momentos.

Al finalizar la entrevista, Reynold González dedicó un recuerdo a quienes allá en Cuba se encuentran en sus mismas condiciones, en espera de reunirse con sus familias. «Tengo la esperanza de que el Gobierno cubano, dadas las condiciones actuales, económicas y políticas, que existen en el país y en el exterior, pueda acceder a ir reuniendo a esas familias que se encuentran también separadas. Sería una gran cosa y creo que humanamente es muy factible.»

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