Temas políticos para niños de seis años

Acaban de aparecer los dos primeros títulos de la colección Libros para mañana, que el equipo editorial La Gaya Ciencia ha creado para los niños, tras haberse planteado «la necesidad de informar al amplio y decisivo mundo infantil sobre las cuestiones -políticas y no políticas- que con mayor fuerza gravitan sobre la sociedad española actual».A los sugestivos títulos que ahora se publican, Cómo puede ser la democracia y Así es la dictadura, seguirán Hay clases sociales, El hombre y la mujer, El dinero: capitalismo y socialismo y La corrupción que irán apareciendo trimestralmente con tiradas previstas de 7.000 ejemplares en castellano y 3.000 en catalán.

Es posiblemente la primera vez que en España se abordan temas de esta naturaleza en unos libros para niños de seis a nueve años, que son las edades para las que se piensa la colección, hechos, naturalmente, con las técnicas habituales en los textos infantiles a base de un predominio de la imagen y del color sobre la palabra.

Pero el indudable acierto de la colección reside en esta singularidad, que algunos hasta calificarán de atrevimiento, de abordar en forma de texto el intento de explicar a los niños cosas tales como la diferencia entre capitalismo y socialismo; cuáles son los rasgos de una dictadura; cómo se alcanza y cómo funciona una democracia, o por qué hay distintas clases sociales¡ Se trata, en definitiva, de partir del convencimiento de que los niños no sólo quieren, sino que deben saberlo todo.

Para aquellos padres y educadores que contemplan eso que ha venido en llamarse la formación del niño desde una perspectiva lo más amplia posible y que, en consecuencia, advierten el grave error que supone mantener cada día más altas las barreras de separación entre el mundo infantil y el de los adultos, sin duda que agradecerán la experiencia de esta nueva publicación, sobre todo en la medida en que se advierte en seguida que se ha pretendido no infantilizar los temas en el sentido peyorativo del término.

Claro está que el acierto en la decisión de tratar determinados temas no presupone el acierto también en los objetivos educacionales propuestos. Pero esto será algo que, a la larga, le corresponderá decirlo al propio niño, ya que los mayores generalmente no solemos estar en condiciones de medir apriorísticamente los resultados finales de las creaciones literarias o de cualquier otro tipo destinadas a los niños.

Quizá valga la pena, eso sí, advertir que lo que estos textos pueden ayudar a resolver es ese eterno problema que a menudo supone para los adultos no saber qué dimensión dar a la respuesta que la pregunta del niño demanda. Porque esto es algo que sucede no sólo referido al mundo de las preguntas sobre el sexo, que tanto inquietan, por otra parte, a algunos mayores. Y si bien los mayores que son verdaderamente adultos parten de la idea de que responder a las preguntas de los niños hay que hacerlo siernpre, también es cierto que en ocasiones se ignora no sólo el cómo sino también el cuánto de esa respuesta que el niño está esperando.