Contra los «nuevos funcionarios» de la AISS
Me invade una especial extrañeza ante el hecho de que los medios de comunicación social, y en especial la prensa, hayan pasado por alto -desde el punto de vista crítico- el tema del trasvase del colectivo de trabajadores sindicales.El decreto de « transformación » se publicó en tomo a las fechas de las elecciones generales... puede ser el motivo. Nadie quiso enemistarse con 45.000 electores potenciales. Contratados o con unas increíbles oposiciones para la fantasmagórica AISS.
El trabajador sindical, como el del Movimiento, no fueron contratados ni trabajaban para la misma finalidad que opositan los funcionarios de la Administración Civil del Estado. Los primeros son trabajadores al servicio de una determinada ideología (¿a un abogado de UGT se le podría considerar perteneciente al Cuerpo Técnico de la Administración?). Para mayor asombro, esos trabajadores pasan a ser funcionarios en mejores condiciones económicas y de cuerpo que los propios funcionarios. Es decir, se les concede lo que a los funcionarios no se les reconoce: la promoción. Se consideran sus respectivas titulaciones o bien sus puestos de trabajo. Y 45.000 «nuevos funcionarios», son suficientes como para que no puedan volverse a convocar oposiciones en un espacio muy dilatado de tiempo.
Bien está la no ruptura, pero considerar a un trabajador del sindicato vertical, del partido único franquista, o de los no menos franquistas organismos autónomos, funcionarios del Estado, es demasiado.
El funcionario español (sobre todo el integrante de los llamados «cuerpos modestos») siente una necesidad apremiante: la carrera administrativa, el estatuto del funcionario y, por supuesto, las elecciones sindicales.