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Pablo Casals, defensor de los refugiados políticos españoles en Francia

El profesor Josep María Corredor, biógrafo y ex secretario del violoncelista Pau Casals, reveló a EL PAIS un intercambio de correspondencia, producido en 1963 y mantenido hasta ahora inédito, entre el reputado violoncelista y el general Charles de Gaulle, entonces presidente de la República francesa. El texto de las cartas intercambiadas hace referencia a una posible medida de expulsión o confinamiento que podría afectar a los refugiados políticos españoles residentes en Francia en aquel entonces.

Josep María Corredor poseía el texto de las cartas desde 1969, confiadas por Pau Casals para que las divulgase cuando considerara oportuno.Ahora Corredor ha creído que ello era procedente, por cuánto que, según afirmó a EL PAIS, «se pretende, en Cataluña, dar una imagen totalista de Casals, quien supo compaginar a lo largo de toda su vida su evidente catalanidad con la universalidad. Al respecto, Corredor destaca que en el texto de la carta de Casals ahora revelada éste intercede, como se verá, en favor de todos los demócratas españoles y no solamente en beneficio de los catalanes.

La carta de Pau Casals al presidente francés es de fecha 25 de marzo de 1963. La respuesta del general-presidente es de 9 de abril del mismo año. El origen de este intercambio espistolar radica en una información de la agencia France-Presse, difundida poco antes con motivo de unas conversa ciones oficiales, mantenidas en Madrid, entre los ministros de Asuntos Exteriores de Francia y España, Michel Debré y Fernando María Castiella.

Según France-Presse, la parte española había insistido en la necesidad de que todos los refugiados políticos españoles residentes a lo largo de la frontera franco-española fuesen expulsados hacia zorras que distaran como mínimo un centenar de kilómetros de la línea fronteriza. Casals decidió escribir de inmediato al general De Gaulle. El texto de la carta, hasta ahora inédito, es el siguiente:

«Señor presidente: me permito escribirle porque me he enterado, por la prensa, de que su Gobierno parece tener la intención de tomar determinadas medidas con respecto a los refugiados políticos españoles que se vieron obligados a establecerse en Francia veinticuatro años atrás.

Como yo mismo soy un refugiado, y me siento solidario de mis compatriotas, considero un deber recordarle que cualquier medida de expulsión o confinamiento adoptada contra esos espanoles sería recibida dolorosamente por todas las personas que permanecen fieles a ciertos valores humanos.

Mi general: durante los años sombríos de la ocupación hitleriana, desde la pequeña ciudad de Prades escuchaba sus llamamientos retransmitidos por la radio como unos llamamientos a la esperanza. No ignora usted quiénes eran entonces los que deseaban ardientemente la liberación de Francia, y los que, por el contrario, se alegraban de todas las victorias de los ocupantes. Permita que le diga que para todos nosotros sería un terrible desengaño que el mismo hombre que simbolizaba la esperanza adoptase unas medidas - ¡veinte años después!- contra aquellos que le sostenían con su entusiasmo y su acción. (En Annecy existe un monumento elevado a la memoria de los españoles que dieron su vida por liberar a Francia.) Quizá soy un romántico anticuado, pero, a mi entender, el destino de un solo justo es más importante que las combinaciones diplomáticas.

Conozco a Francia desde hace más de sesenta años, y nunca podría olvidar los maestros y los amigos que, en este país, me acogieron y me alentaron en momentos difíciles; sin embargo, lamentaría muchísimo verme decepcionado por un hombre al que tanto había admirado.»

La respuesta del presidente de la República francesa, fecha 9 de abril de 1963, fue la siguiente:

«Mi querido maestro (Mon cher maître): ha tenido la amabilidad de comunicarme las inquietudes que le provocan los rumores que ha propagado cierta prensa.

Puedo asegurarle que estos rumores carecen en absoluto de fundamento, y que el Gobierno francés no tiene en modo alguno la intención de adoptar medidas discriminatorias contra los españoles refugiados en su territorio.

Celebro poder aprovechar la oportunidad que se me presenta con ese motivo para manifestarle mi profunda admiración por su gran talento, y le ruego que quiera aceptar, mi querido maestro, la expresión de mis sentimientos más distinguidos y más cordiales.» (Firmado: Charles de Gaulle.)

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