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Reportaje:La CEE, ante el desafío de la ampliación / 2

La futura "Europa de los doce", condicionada por graves problemas económicos

Existen varias tendencias en el interior mismo de la CEE para enfocar el pase de una Europa de los nueve a una Europa de los doce, principal labor comunitaria para los próximos años.El primer análisis global de la política de ampliación se celebró en septiembre de 1977, en la localidad belga de La Roche-En-Ardenne. Reunidos en un albergue campestre, los dirigentes comunitarios «meditaron» todo un fin de semana para aclarar ideas.

Un complejo documento, que tiene el mérito de ser bastante realista, dio pie a una intervención de Roy Jenkins, presidente de la Comisión Europea, ante el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores del 17 de octubre, en Luxemburgo. Nació la primera «doctrina» de la ampliación y, por el momento, la única. Agricultura, Industria, Finanzas e Instituciones, son los cuatro pilares capitales que Jenkins expuso ante los ministros de los nueve.

Basándose en el desequilibrio económico entre los nueve y los tres aspirantes, ilustrados por una «renta per cápita» media de 1.500 a 2.000 dólares entre los candidatos contra 4.100 en la CEE, Jenkins puso el dedo en la llaga. Lo que olvidó el presidente de la Comisión Europea es recordar también que, a pesar de los 7.520 dólares de Dinamarca, la CEE cuenta con rentas de sólo 2.440 dólares en Irlanda y menos de 3.000 en Italia. España, con sus 2.800 supera a Irlanda y pisa los talones a Italia. La situación, bajo la demagogia de las cifras, tampoco es tan grave.

La Comisión Europea opina. que la ampliación no deberá, en ningún caso, suponer un freno para el proceso de unión económica-monetaria y política que persigue la CEE.

Problemas económicos e institucionales

La agricultura es centro de polémica ante la integración. Se comparan cifras de población comunitaria (9% de media en la CEE) y países candidatos (1/3 de promedio). Se habla de reestructuración y mejor control de producciones. Se elude, por el momento, entrar en detalles que pueden conducir a situaciones conflictivas. ¿Es necesario que holandeses, belgas y alemanes continuen produciendo tomates «industriales» en invernaderos para venderlos a precio de oro?

La industria ofrece menos reservas por parte comunitaria. Basta con pasar balance a los nombres de empresas europeas instaladas ya en España. Un librecambio industrial no les supondrá graves problemas. Habrá que organizar la producción. Fabricar televisiones en Holanda y máquinas de afeitar en Barcelona, por ejemplo. Otra cosa será la pequeña y mediana industria que no sea capaz de adaptarse al signo de los tiempos, con entrada o no en el Mercado Común.

Los problemas institucionales serán otro punto conflictivo de la ampliación. Una CEE casi «ingobernable» a nueve puede quedar «paralizada» a doce, dicen algunos expertos en Bruselas.

Desde 1967, en que el general De Gaulle decidió practicar la política de la silla vacía en los consejos de la CEE, impera la regla de la unanimidad para tomar decisiones. Fue. la condición impuesta por el general francés para volver al foro comunitario. Europa, «sí», pero sin olvidar el grandeur de la France. La ampliación supone cambiar de signo con votaciones mayoritarias.

En el conjunto de las instituciones comunitarias, Comisión, Consejo, Parlamento, Tribunal de Justicia, Comité Económico y Social, trabajan algo más de 10.000 funcionarios. Más de un tercio para las traducciones de la torre de babel comunitaria. Todas las lenguas son oficiales y todos los documentos son traducidos al francés, inglés, alemán, italiano, danés y holandés. Habrá que sumar el griego, portugués y español. Más o menos 2.000 funcionarios más, incluidos sus atractivos salarios.

Coste de la ampliación

Queda, por último, el primer paso que debe dar la CEE: pagar la «factura» de la ampliación. Roy Jenkins evitó pronunciar cifras en su discurso ante el Consejo de Ministros. Habló de la necesidad de traspasar parte de los recursos económicos de los nueve para estimular el desarrollo de los países candidatos.

Los expertos hacen cálculos. Lorenzo Natali, vicepresidente de la Comisión y encargado directo de la ampliación, realiza una gira de capitales para preparar la colecta. La cifra más citada es de 8.000 millones de dólares (4.500 para España).

Se habla de plan Marshall para los países candidatos. Los «grandes» de la CEE (República Federal de Alemania, Gran Bretaña, Francia e Italia) son los que deberán rascarse más el bolsillo. Bonn parece estar de acuerdo con el coste de la operación. Los centros de estudios económicos alemanes han hecho números y dicen que, a largo plazo, será rentable.

¿Cómo será la Europa de los doce? Nadie tiene ideas claras, ante tan complejo problema. Nadie excepto, probablemente, las grandes sociedades multinacionales, que entienden muy bien los mecanismos comunitarios.

Existe el peligro real de que una Europa a doce, con aumento de litigios y roces entre miembros, no vaya más allá de la «zona de libre cambio» comercial, tan añorada por algunos Estados miembros de la actual CEE.

Si la Europa de los doce logra sólo vivir con cierta libertad de mercado y coordinación en grandes temas políticos o económicos, el gran ganador seguirá siendo Estados Unidos.

Otro interrogante que pesa sobre la futura Europa de los doce pasa por la forma de sociedad que las ¡deologías en presencia den a cada uno de los Estados miembros. «Europa será socialista o no será», es una de las frases preferidas del francés Mitterrand. Por el momento la «Europa de los negocios», única que sigue marchando, no puede más que sonreir. ¿Cuál será la aportación de los tres candidatos del Sur?

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