El partido mayoritario
Los seis millones largos de electores españoles que con su voto libremente emitido el 15 de junio hicieron posible la victoria de Unión de Centro Democrático pusieron, al mismo tiempo, las bases para la consolidación de la democracia en España, bajo los auspicios y el impulso de una Monarquía moderna y progresiva. Quizá, por primera vez en nuestra historia política, la opción mayoritariamente elegida por los españoles ha sido la de la moderación y la voluntad de convivencia en democracia.Este hecho conviene recordarlo de vez en cuando, porque las urgencías cotidianas pueden amortiguar su significación histórica, y también porque la aceleración de nuestra vida pública puede hacer que los árboles impidan ver el bosque.
Miembro de la ejecutiva de UCD y diputado por Granada
Dirección: Jean Renoir. Guión: Jean Renoir, según una novela de Georges de la Fouchardiére. Fotografía: Theodor Sparkuhl y Roger Hubert. Intérpretes: Michel Simon, Janie Marése, Georges Flamanty Madeleine Bérubet. Francesa, 1931. Local de estreno: Pequeño Cinestudio.
La victoria electoral de Unión de Centro Democrático marcó el primer hito importante en el proceso de configuración del gran partido democrático y progresista que España necesitaba. En junio, todo esto no era sino una realidad en estado embrionario, que aparecía como una coalición de partidos afines y de personalidades independientes dispuestas a llevar a cabo esta misión y a asumir la responsabilidad histórica de ese momento. Muchos de aquellos partidos tenían raíces y solera ideológica, aunque organizativamente viviesen todavía en estado germinal. Pero el proceso se había iniciado, y cualquier observador sin miopía política podía asegurar, ya entonces, que UCD estaba llamada a pasar de ser una mera coalición circunstancial a convertirse en el gran partido sobre el cual había de recaer la honrosa carga de gobernar.
Las dificultades para la consumación del proceso unificador eran evidentes. Los riesgos, claros. Los escollos, numerosos. Sin embargo, menos de seis meses han sido suficientes para poner el segundo hito en este proceso decisivo, superando recelos internos y presiones externas, en un ejercicio que se me antoja extraordinariamente positivo, no ya para UCD -que lo es, sin duda-, sino- para el, futuro de la estabilidad democrática española. La rapidez de este proceso sólo podremos valorarla cuando, al margen de los apasionamientos que producen el poder o la expectativa de poder, contemplamos la enorme carga de patriotismo que ha sido precisa para llegar a una decisión que no aparecía como inmediatamente rentable para sus protagonistas.
Identificación con el electorado
La primera consecuencia de la constitución de Unión de Centro Democrático como partido en la apertura de un proceso de mayor identificación con el electorado. La responsabilidad de gobierno no ha sido, en muchos aspectos, más que una traba para esta identificación, porque, como ha dicho el presidente Suárez, había una serie de temas prioritarios, temas de Estado, que era preciso sacar adelante por consenso entre todas las fuerzas políticas y no como resultado de la voluntad unilateral del partido en el poder. Pero una vez establecidos los indispensables acuerdos en todo el arco parlamentario, es llegado el momento de conseguir esa identificación entre el partido y sus asistencias en las urnas. Los acuerdos de carácter ideológico logrados en el seno de Unión de Centro Democrático son un buen punto de partida, a mi juicio, para acometer la empresa de perfilar definitivamente las caracteristicas del partido, a despecho de los que se obstinan en negar la capacidad del centro democrático de lograr cohesión y solidez doctrinal y operativa. Es decir, a despecho de los que se empecinan en negar la evidencia.
Pero es que, además, la constitución del partido UCD abre un nuevo horizonte de perpectivas a la hora de gobernar España. Estos primeros meses tras las elecciones han estado cargados de tensiones, de aparentes inidecisiones y de esfuerzos por lograr el consenso en temas básicos como la crisis económica o la normalización legislativa de cara a la democracia. Pues bien, esta época se ha terminado, y Unión de Centro Democrático puede estar muy pronto en condiciones de ser el partido del Gobierno con todas sus consecuencias. Nosotros ganamos en su día las elecciones; ahora llega el momento de ejercer en plenitud la tarea a gobernar.
La gran oportunidad de UCD
Por decirlo en términos ajenos a la jerga política, Unión de Centro Democrático, constituida en el gran partido en el poder, tiene ante sí la gran oportunidad de mostrar no sólo que asume plenamente su triunfo electoral (con la responsabilidad de gobierno que ello implica), sino también que es una sólida, duradera y fructífera opción ideológica y política para el futuro.
El congreso constituyente, que se celebrará en breve, delimitará el ámbito en el que UCD va a desarrollar ideológicamente su acción: democrático desde su base hasta su cúspide, defensor de los valores propios de la civilización occidental, basado en el humanismo cristiano y la tradición liberal que nutre hoy a todo el mundo libre, esto es, a todo el mundo no sojuzgado por la tiranía del partido en las áreas llamadas socialistas y por último, reformista en todos Ios terrenos en que haya que acentuar la solidaridad y la justicia entre las mujeres y los hombres de España.
Este es, hoy, el gran reto. Este es el reto impuesto desde el principio, que hoy tiene más posibilidades que nunca de ser respondido con eficacia.
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