Lo que está en juego es la estrategia imperialista
Director«Las Afortunadas», antiguas colonias españolas desde el siglo XV, valor extremadamente bien cotizado y rentable en la bolsa de las agencias turísticas modernas, el archipiélago de las Canarias, a 2.000 kilómetros de Europa, pero a 115 solamente de las costas africanas, ya no es desde hace algún tiempo ese fondeadero para unas vacaciones de lujo.
Era evidente, por lo demás, que con relación a su posición estratégica para el bloque occidental (en el camino de los grandes petroleros) y a su gran rentabilidad económica para la metrópoli ibérica (Madrid saca de él unos 235.000 millones de pesetas al año), el archipiélago canario no podía escapar a las múltiples mutaciones políticas que se operan desde hace dos decenios en el continente africano del que la OUA estima que forma parte integrante.
Verdadera plataforma entre Europa y Africa, las islas Canarias constituyen una encrucijada de confluencia mundialmente estimada: de 350 a cuatrocientos aviones aterrizan diariamente sobre los aeropuertos canarios, unos 20.000 barcos de todas las nacionalidades fondean anualmente en sus puertos; a título de ejemplo, cuando el cierre del canal de Suez la casi totalidad del petróleo con destino a Occidente transitaba por las Canarias. Por otra parte, el cable submarino que une Africa del Sur con Europa pasa por Tenerife con una desviación hacia Brasil. Es superfluo subrayar sobre ese particular que el que controla el cable tiene vara alta sobre las comunicaciones entre Africa austral, Europa y América Latina.
No es por nada que Estados Unidos posee en ellas dos bases de sonar en Las Palmas y en Peno, que unidas a la base norteamericana de Kenitra en Marruecos forman un triángulo de escucha muy útil y un apoyo capital para el eje OTAN-OTASE, del que lo menos que puede decirse es que constituye una amenaza permanente para Africa occidental sobre todo. Los recientes acontecimientos de¡ conflicto del Sahara están ahí para demostrárnoslo, al mismo tiempo. que atestiguan que, si para la estrategia imperialista las Canarias permiten controlar aficazmente la entrada del Mediterráneo y la vigilancia de Europa, forman un eslabón no desdeñable en los intentos de desestabilización del Magreb y del sur magrebí.
Es notorio que los «Transall» franceses que transportan contingentes y material militar para Nuakchott y Dakar transitan por Las Palmas con el consentimiento del Gobierno español.
Este no está, por tanto, dispuesto a abandonar su última colonia africana, sobre todo si se tiene en cuenta que considera, dentro de las perspectivas de su eventual admisión al pacto agresivo de la OTAN, ceder a esta última una importante base militar ya preparada para ese uso.
El alquiler de esta base sería una aportacion apreciable en divisas para Madrid, qué ya percibe beneficios sustanciales por la explotación intensiva del archipiélago. Las Canarias son importantes productoras de plátanos (400.000 toneladas al año), de tomates (400.000 toneladas), de patatas (350.000 toneladas), de tabaco y de verduras primerizas. La industria turística es floreciente: dos millones de turistas pasan en ellas temporadas todos los años.
Ese cuadro idílico daría a pensar que los canarios son los seres más felices en el mejor de los mundos capitalistas; sin embargo, la verdad es muy distinta. Hay 60.000 parados en las Canarias, donde el 40 % de la población tiene menos de veinticuatro años. En el curso de los últimos veinte años la emigración ha sido particularmente intensa, con la explotación de los trabajadores y las malas condiciones sociales. Por ello es que, unos 500.000 canarios han emigrado a Iberoamérica, principalmente Venezuela, donde Caracas es actualmente la segunda ciudad canaria con 300.000 emigrados.
La emigración es, por otra parte, apreciada, por no decir suscitada, por las autoridades españolas que, táctica clásica, esperan así acallar las aspiraciones autonomistas o independentistas con la exhaustiva sangría de la poiblación.
No obstante, los numerosos conflictos sociales que envenenan el clima de la isla desde hace varios meses culminaron la semana pasada en violentos enfrentamientos entre las fuerzas del orden y los estudiantes, apoyados por los militantes independentistas del MPAIAC.
En el curso de esos choques, el lunes pasado, un estudiante resultó muerto por bala en la zona universitaria de La Laguna (Tenerife) y al día siguiente dos policías resultaron gravemente heridos en un atentado de las Fuerzas Armadas Guanches (FAG), rama militar del MPAIAC.
En la apuesta que representan las Canarias en la partida que se juega la estrategia imperialista, esos acontecimientos minimizados por razones evidentes por España adquieren un singular relieve.
Nadie resultó engañado y cada uno, a su manera, intenta encontrar una explicación a esos enfrentamientos, nacidos de una huelga general decidida por el MPAIC.
Todos los partidos políticos españoles legalizados, desde el PSOE al UND, pasando por el Partido Comunista y las grandes centrales sindicales, si bien han condenado unánimemente la represión y la violencia de las fuerzas del orden, rechazan, sin embargo, la legítima aspiración a la independencia de una gran fracción de la población.
Para los parlamentarios de las Canarias «la independencia es una opción como otra cualquiera», pero todos prefieren la autonomía.
Según José Carlos Mauricio, responsable del Partido Comunista de las Canarias, un Gobierno regional podría resolver el problema que el Gobierno central ha dejado corromperse desde hace demasiado tiempo. Rubén Henríquez, diputado de la Unión de Centro Democrático (partido del Gobierno) coincide con la opinión de los partidos de la oposición, pidiendo rápidamente un estatuto de preautonomía para desactivar lo que el diputado de Aremas ha calificado como «la bomba de reloj que constituye el archipiélago canario».
El Movimiento para la Autodeterminación y la Independencia del Archipiélago Canario, creado en 1964 y que desde el 1 de noviembre de 1976 pasó a la fase de guerrilla urbana armada (numerosos atentados acaecidos tanto en las Canarias como en España atestiguan la determinación de las FAG), con la fuerza que le prestan los pueblos, los Gobiernos y las grandes instituciones del continente africano, rechaza categóricamente la autonomía que concede rápidamente la España posfranquista a sus provincias continentales, con el deseo evidente de presentar una nueva imagen democrática a sus «partenaires» europeos. «Nuestro problema es un problema africano que debe ser resuelto en el marco de las instancias africanas», nos asegura el señor Cubillo, secretario general del MPAIAC. «Sólo aceptamos la independencia política, económica y cultural arrancada por las armas.»
«Si España quiere que el problema se solucione rápida y pacíficamente tiene el medio de hacerlo: reconocer nuestras legítimas aspiraciones a la independencia, reconocer al MPAIAC como el único representante legítimo del pueblo guanche y que acepte un encuentro con nosotros en el territorio africano, bajo los auspicios africanos, para fijar un calendario que nos permitiría recuperar nuestra soberanía.»
La puerta queda abierta a unas negociaciones, y parece que la pelota está aparentemente en el campo español.
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