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Graves peligros para la democracia en los países latinos

«La impavidez con la que los pueblos latinos, francés, español y portugués, se entregan al peligroso juego que consiste en deambular sobre el filo de la navaja produce desconcierto aun a los espíritus audaces. (...)El 8 de diciembre de 1977 señalará en adelante una fecha clave de la historia de la posguerra de las naciones mediterráneas vecinas de Francia. Una fecha ejemplar. El fulgor del acontecimiento ha revelado la ambigüedad en la que nos complacemos todos, voluntariamente, en vivir. La ejecución de Mario Soares por el Parlamento portugués ha sido doblemente capital. Se presenta como irrefutable demostración de que un Gobierno de izquierda no es viable sin el sostén, el apoyo o la participación del Partido Comunista. (...)

Hoy, Lisboa, Roma y, en menor medida, Madrid. Mañana, tal vez, París: todo defiende de los sortilegos de los Idus de marzo de 1978. Pues, pese a las deseos piadosos, a las sutilezas de lenguaje y a los sabios juegos de dialécticas opuestas, la vida política en Portugal, España, Italia y Francia se inscribe en una polarización de hecho. Cada uno de estos países, con su propia tradición y su genio particular, afronta situaciones calcadas sobre datos semejantes, incluso idénticos.(...)

La ideología, el marxismo "puro y duro" del PCP se burla de las situaciones dramáticas de su país. Mañana, como hoy, Mario Soares debe someterse o dimitir. Puesto que el centro le da vértigo. (...)

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Más que virtualmente mayoritaria, en Madrid la izquierda sostiene, come la cuerda al ahorcado, al Gobierno de Suárez. El presidente del Gobierno, que se reveló como un verdadero artista en el desmantelamiento del régimen franquista, se muestra menos dotado para dotar a España de instituciones coherentes. De hecho, Adolfo Suárez asiste impotente a la caída incontrolada de la economía y de la sociedad española.

Los estatutos de autonomía otorgados a Cataluña y a las provincias vascas no resisten a un atento examen. Son, se quiera o no, embaucadores, generadores, a término, de enormes dificultades.

Ahora, Andalucía, minada por un subdesarrollo endémico, sacudida por incidentes sangrientos. Extremadura, Galicia y Canarias exigen sus autonomías. (...)

Y el peligro apunta en el horizonte, para la joven Monarquía: convertirse en el rehén de las provincias enloquecidas. Como se produjo durante la Segunda República, a partir de 1934.

Mimada por el Gobierno, la izquierda observa con gran atención el desmembramiento del poder. Y crece el descontento popular, atizando el plan de austeridad firmado por el conjunto de partidos políticos representados en las Cortes. Santiago Carrillo y Felipe González rechazan la interpretación que hace Adolfo Suárez del famoso pacto de la Moncloa. Pacientemente, y sin elevar el tono, la izquierda procede a infiltrarse en el poder. Elemento particularmente revelador, el PSOE y el PCE se declaran dispuestos a concluir alianzas electorales para las elecciones municipales previstas para la primavera próxima.

Felipe González declara a Unidad que su partido "aparece como una alternativa de poder".

Un Gobierno socialista sería tan poco viable en Madrid como en Lisboa o París, sin la bendición comunista. (...)"

15 diciembre

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