Argelia fundamenta su estrategia de desarrollo industrial en su potencial energético
El diálogo de sordos entre países consumidores y exportadores de petróleo sigue propiciando situaciones caracterizadas por el más grande de los absurdos. Mientras en París los diecinueve países industrializados que forman la Agencia Internacional de la Energía recomendaban limitará veintiséis millones de barriles/ día las importaciones del crudo árabe, en los medios de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) se confirmaba que durante el presente año la producción de esta última se acrecentaría en cerca del 12%.
El petróleo seguirá siendo por largos años la principal fuente de energía. Sus reservas conocidas se han calculado en más de 300.000 millones de toneladas, lo cual equivale a un centenar de veces el consumo mundial de crudo en 1977. En el caso argelino las reservas recuperables ascienden a 1.700 millones de toneladas.En el peor de los casos el crudo argelino será uno de los primeros en extinguirse, pero, afortunadamente para este país, el vacío financiero que pueda derivar de esa situación ya ha sido compensado con largueza por las exportaciones de gas natural líquido, cuyas reservas se elevan a cerca de cuatro billones de metros cúbicos.
La crisis de precio abierta por la OPEP en 1973 ha sido considerada como el punto de partida de la espiral inflacionista que sacude a la economía mundial. Pero cuando se interroga a los argelinos sobre ello sus respuestas son casi siempre las de un avezado militante político.
El petróleo -afirman aquí- representa para Argelia una sustancial entrada de divisas. Los objetivos que persiguen los planes de desarrollo reposan, en gran parte, en los recursos financieros que originan las ventas de gas e hidrocarburos. La política de precios que defiende el Gobierno está dictada por la necesidad de obtener una remuneración económicamente racional que corresponda al valor intrínseco del petróleo como fuente de energía y materia prima capaz de producir miles de derivados industriales.
La diversificación de inversiones en el sector industrial ha suscitado la aparición de complejos fenómenos de rechazo marcados por el atavismo de las estructuras sociológicas del mundo árabe.
Supone que el nuevo plan cuatrienal que entrará en vigor en enero seguirá condicionado por la necesidad de un crecimiento económico sostenido, para lo cual Argelia emplea en inversiones la parte más importante de su producto nacional.
Desarrollo del gas
El desarrollo de la red de transporte de gas natural, a partir de Hassi R'Mel, implica pasar de dos a seis el número de gasoductos, para lo cual está previsto construir dos de 42 pulgadas de diámetro, con terminales en Skida e Issers, con una capacidad anual de 29.000 millones de metros cúbicos, y otro que llegará hasta Arzew, de cuarenta pulgadas, con una capacidad de 13.000 millones.La producción de petróleo de Hassi Messaud, donde está situado el principal yacimiento argelino, se evacúa por tres oleoductos con terminales en Bedjaia, Arzew y Skida, con capacidades que oscilan entre dieciocho y veinticuatro millones de toneladas anuales.
En cuanto a los dos proyectos mayores inscritos en el nuevo plan -gasoductos submarinos a España e Italia, vía Sicilia-, los expertos de la Sonatrach aseguran que podrían entrar en funcionamiento en 1984 y 1982, respectivamente.
El porcentaje de cobertura de las importaciones por las ventas argelinas al exterior alcanzaría el 92,3%, según las estadísticas del Ministerio de Comercio. El déficit actual no superaría los 1.600 millones de dinares, gracias sobre todo a una reducción drástica del capítulo «bienes de consumo» importado tradicionalmente de Francia y a la existencia de superávit en el comercio con Estados Unidos y la República Federal de Alemania.
Críticas a la élite
Los esfuerzos más acusados han sido dirigidos a las unidades agrícolas e industriales que aquí se desearía presentar como punto de referencia de una gestión ordenada. En ambos sectores los resultados logrados hasta ahora son de una dudosa brillantez; Bumedian lo ha admitido en su discurso movilizador extrañándose que la formación acelerada de cuadros condujera a una forma de parasitismo de élite.« La nacionalización -nos indican en el secretariado de la organización sindical argelina- no engendra automáticamente la productividad a menos de elevar la conciencia política de los trabajadores.» La afirmación entraña una crítica sutil hacia la «irresponsabilidad » de algunos gestionarios.
El dinamismo comercial que preconizan los altos responsables argelinos se ha traducido, en términos de estadística de comercio exterior, en una reducción del número de contratos firmados con los países del bloque socialista europeo. La Unión Soviética ha dejado de figurar entre los diez primeros proveedores de Argelia, y en la reciente Feria Internacional de Argel tan sólo Yugoslavia y la República Democrática Alemana han mejorado su capacidad de penetración en la complicada malla del comercio estatal argelino.
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