El pueblo español debe pronunciarse sobre las centrales nucleares

Un grupo de veinte personas, veteranos de la lucha antinuclear, procedentes de distintos puntos de Aragón, Castilla, León, Euskadi, Extremadura, Galicia, Andalucía, Murcia y Asturias, se reunió el pasado fin de semana, en Soria, analizando la situación en que se encuentra la protesta popular contra las instalaciones nucleares.

Ante la próxima discusión en las Cortes del plan energético, los reunidos elaboraron un comunicado conjunto en el que exigen, en primer lugar, el voto nominal y público de los parlamentarios en todo lo concerniente al plan energético, para observar en qué medida responden las posiciones actuales con. las enunciadas durante la pasada campaña electoral. También advierten que los votos de los parlamentarios no harán que los habitantes de las regiones afectadas se traguen algo que no desean, y estiman que la única forma de proceder sobre un tema tan crucial como éste, que evitaría posteriores conflictos, sería establecer una moratoria de dos años, acompañada de la preparación de referendums locales y comarcales, en los que los afectados se expresaran libremente al respecto.«Quede claro -dice el comunicado- que el pueblo español no se ha pronunciado sobre las centrales nucleares; que los parlamentarios no tienen carta blanca para hacerlo y que si lo hacen están contribuyendo a un juego que conduce a hipotecar irreversiblemente la ecología de ciertas regiones y la salud de sus habitantes. Muchos de estos parlamentarios han sido votados en las zonas afectadas por la actitud antinuclear que adoptaron en su campaña. ¿Hay que recordar que el Partido Socialista Obrero Español tomó postura antinuclear clara en sus numerosos mítines del valle del Ebro? ¿Y que, en general, los militantes de los partidos han hecho causa común con la lucha antinuclear en las zonas en las que ésta había tomado más amplitud?»

Los líderes antinucleares reunidos en Soria también hicieron hincapié en que se está trabajando con un vacío de estudios que muestren los impactos ecológicos de la energía nuclear, vacío que, afirman los antinucleares, se pretende ocultar a base de mantener un estricto secreto, sobre el plan energético que se está elaborando.