Concentración en Roma contra la política económica del Gobierno
Poco antes de que 150.000 obreros metalúrgicos de toda Italia se manifestaran ayer en Roma contra la política económica del Gobierno, el primer ministro italiano, Mario Andreotti, se reunía en Verona con el canciller alemán, Helmut Schmidt Durante la entrevista, postergada en varias ocasiones a causa de la fuga a Alemania Federal del criminal de guerra Herbert Kappler, encarcelado en Roma, Andreotti no abordó el caso del coronel nazi, que durante los últimos meses contribuyó a enfría las relaciones entre Roma y Bonn. A cambio de la «discreción italiana, Schmidt prometió más ayuda económica a Italia.
Unos 150.000 obreros del metal se dieron cita ayer en la capital italiana en una concentración de orden nacional contra la política económica del Gobierno. Con cuarenta trenes especiales, centenares de pullmans y miles de coches particulares, acudieron a Roma los obreros de punta del sindicalismo italiano. En 1969, bajo la euforia de muchos años del boom económico, pidieron que los salarios se acercaran a los de la clase media. Hoy piden sobre todo una política racional para salir de la crisis, seguridad en el empleo y remedios contra la desocupación.A los obreros se han sumado en la protesta la Liga de Desocupados, las feministas, el movimiento estudiantil, excepto Autonomía Obrera, que ha organizado una manifestación paralela. A los 6.000 hombres que para mantener el orden ha movilizado con éxito el Gobierno se ha añadido el servicio de orden organizado por el mismo sindicato. Igual línea coherente de programación y reforma es exigida por las centrales sindicales federadas, que siguen amenazando con la huelga general si sus negociaciones con el Gobierno resultan infructuosas.
De desocupación y terrorismo acaba de hablar el primer ministro, Giulio Andreotti, con el canciller alemán,Helmut Schmidt, cerca de Veirona. Sobre el caso Kappler, el comandante de las SS nazi que huyó el 15 de agosto pasado de un hospital militar de Roma, lo cual parecía haber amargado las relaciones de Italia con Alemania, Andreotti y Schmidt han echado tierra encima. El tema dominante ha sido la contribución económica alemana a la Comunidad Europea. No es una coincidencia que ayer el Consejo de Ministros aprobara el sistema proporcional para las futuras elecciones del Parlamento Europeo. La socialdemocracia alemana, que años atrás era propensa a «una Europa a dos velocidades», de «pobres» y «ricos», parece, después del encuentro de Schmidt con Andreotti, más abierta a la cooperación y real integración europea. Para que Europa tenga más peso en la distensión entre el Este y el Oeste, Schmidt ha propuesto que la tercera fase de la Conferencia para la Seguridad y Cooperación Europea se efectúe a nivel de jefes de Estado o de Gobierno, en lugar de simples funcionarios, como ocurre ahora en Belgrado. Aunque Alemania cuenta también con un millón de desocupados, Schmidt ha prometido a Andreotti fomentar las inversiones industriales alemanas en Italia, especialmente en el Sur.
En consecuencia, Andreotti, confortado por el canciller alemán y por las buenas relaciones económicas con Polonia, a cuyo líder, Gierek, despidió ayer, puede afrontar ahora con más comodidad la presión unitaria que le viene de la izquierda, reclamando un programa inmediato socialista-comunista.
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