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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ibiza es diferente

A pesar de su relativo aire moderno -relativo, pues el filme fue realizado en el 69-, More viene a ser una historia de amor más, con unos buenos escenarios y una música que más tarde adoptaría Antonioni. Bien es verdad que hay droga de todas clases, administrada por procedimientos varios, pero la droga en sí añade poco a este amor partido en dos, frustrado en una de las islas de nuestro Mediterráneo.La verdad es que se retrata un amor romántico con un desenlace habitual en tal tipo de pasiones y un desarrollo en el que resulta cómplice, a su pesar, la Naturaleza.

Isla y amor, Ibiza y droga aparecen tratados superficialmente, como en un filme naturista, por mucha trascendencia que se quiera dar a la historia. Desde ese ex nazi folletinesco a las vicisitudes de la pareja en su escalada de la hierba al ácido, la acción, aparte de alguna secuencia aislada de buen cine, se manifiesta más apta para la vista que para el oído y en apartado tal es preciso incluir supuestos planos trascendentales en los que la bella fotografía de Nestor Almendros intenta fijar oscuros simbolismos.

More

Dirección: Barbet Scroeder. Fotografía: Nestor Almendros. Musica: Pink Floyd. Intérpretes: Mismy Farmer, Klaus Grunberg y Heinz Engelman. 1969. Dramática. Local de estreno: Gayarre.

Cualquiera que recuerde aquel otro filme sobre la droga, titulado The Connection estrenado no hace tanto entre nosotros, comprenderá la diferencia que hay entre presentarla como tal, como hecho social, como problema colectivo, y adornarla con amor y puestas de sol, rebajándola a nivel individual, por no decir artístico. Este punto de vista paternal, a lo bohemio de hoy, vuelve a la larga este filme irritante, tanto como el hecho de que sus personajes no vivan en ningún barrio miserable, sino bajo un sol paradisíaco, entre los residuos idílicos y confortables de una sociedad de consumo como tantas.

Como todos los filmes románticos, éste tuvo y tendrá una buena acogida entre los jóvenes. Ellos, seguramente, pensarán que este amor, este pedir al mundo «más» es suyo, como es suya la actual ruptura a nivel universal con la vieja escala de valores. Y la verdad es que el protagonista de esta historia muere como los viejos héroes, nada menos que de amor, de desengaño amoroso, sentimiento que cualquiera creería superado más allá del orgasmo, pero que se sigue evidenciando fatal a la hora de la verdad entre la mujer y el hombre.

Otro atractivo para tal tipo de público.es la banda musical, debida a Pink Floyd, que supuso para este grupo su verdadera iniciación cinematográfica tras la colaboración con Schroeder en el documental Pink Floyd at Pompeii. Que Barbet Schroeder no es ese investigador o creador brillante y sólido que se ha querido ver más allá de sus bellas imágenes, lo demuestra su posterior y ambiguo documental sobre el general Amin y, sobre todo, su trabajo más reciente, Amante, en el que el masoquismo aparece tratado también bastante superficialmente con ciertos toques de folletín melodramático.

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