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Tres heridos en un atentado de ETA

ETA militar reivindicó a mediodía de ayer el atentado que a las 8.55 de la mañana fue llevado a cabo en la carretera del monte Archanda, término municipal de Bilbao, contra un jeep de la Policía Armada, cuyos tres ocupantes resultaron heridos, aunque ninguno de gravedad.La reivindicación de ETA militar fue hecha mediante una llamada telefónica a la delegación de Diario 16 en la capital vizcaína. El comunicante manifestó la voluntad de su organización de «continuar atacando el aparato del Estado español en Euskadi y especialmente a las fuerzas represivas, en tanto la Guardia Civil, la Policía Armada y el Cuerpo General de Policía no abandonen el territorio vasco y se ponga en práctica la alternativa KAS» (Coordinadora Abertzale Socialista).

El suceso se produjo a unos quinientos metros del alto de Santo Domingo, en un tramo de carretera comprendido entre los cruces de Santa Marina y Archanda. El artefacto -una poderosa carga de dinamita con tuercas y tornillos a modo de metralla- estaba colocado en la cuneta derecha, según el sentido ascendente del jeep, y fue activado mediante un sistema eléctrico desde un altozano que permite dominar el lugar de la explosión.

El vehículo, que se dirigía al campo de tiro que tienen las fuerzas de orden público en Santo Domingo, fue desplazado por efecto de la onda expansiva hasta el lado contrario de la calzada, donde el pretil y una valla de contención impidieron que se precipitase por un terraplén de unos doscientos metros. La parte derecha del jeep presentaba numerosos impactos de metralla y cascotes levantados por la explosión.

De los tres ocupantes, el que presentaba mayores lesiones era el teniente-capellán Jesús Aurelio Araguas, cuyo estado se calificó de reservado en la ciudad sanitaria de Cruces, adonde fue conducido después de una primera cura de urgencia en la clínica La Esperanza. Se le apreció shock traumático, herida por abrasión en el ojo derecho y herida inciso-contusa en la nalga derecha, donde tenía alojado un tornillo.

El policía armado José Cavero, que viajaba también en la parte derecha del vehículo, y el cabo conductor Francisco Muñoz sufrieron lesiones por abrasión en el lado derecho del rostro, de pronóstico leve en ambos casos.

Una inspección ocular de la zona de la explosión, realizada poco después por miembros de la policía, permitió descubrir unos cables que se prolongaban unos doscientos metros hasta un altozano. En este lugar, junto a una encina, el cable se hundía en el suelo. Al tirar de él uno de los policías se produjo una pequeña explosión, que le causó lesiones en la cara. Se cree que esta carga estaba colocada como trampa para la policía. Avisados los artificieros, desconectaron todo el sistema eléctrico empleado para producir el atentado a trescientos metros de distancia.

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