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Crítica:CINE
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Más allá del bien y del mal

Hace ya muchos años, cuando las galaxias de los niños eran aún lejanos fuegos fríos, las revistas a ellos dedicadas, aquí abajo, en la Tierra, se animaron de pronto con la aparición de ciertos nuevos héroes. Fue la época de Flash Gordon, cuyas aventuras, más allá de los astros, -como estas guerras estelares de a hora, forjaron en torno a su figura un halo heroico que ningún otro personaje de ficción conseguiría emular en la imaginación de los muchachos.Por entonces la ciencia-ficción comenzaba su camino en España, todavía de la mano de Julio Verne o de E. Rice Burroughs. Los grandes autores que vinieron luego, con Bradbury a la cabeza, trajeron para los gustos infantiles y para los que contaban los años más allá de los treinta, más de ciencia que de ficción, más de cálculo que de novela.

La guerra de Ias galaxias

Guión y dirección: George Lucas. Música: John Williams. Intérpretes: Alec Guines, Peter Cushing, Mark Hamill, Harrison Ford, Carne Fisher.Ciencia-ficción. EEUU. 1977 Local de estreno: Real Cinema y Roxy B.

¿Hasta qué punto puede considerarse La guerra de las galaxias un filme para muchachos? En la medida en que los niños son capaces de reaccionar ante los mismos sueños y los mismos terrores que los adultos, en cuanto necesitan, más allá del bien y del mal, llenar, como el ilustre carbonero, de fantasías su cabeza.

George Lucas lo ha comprendido así y buceando en su propia juventud, en sus propios mitos y en sus propios héroes, ha sacado a la luz un conjunto de temas fantásticos, más o menos tradicionales. Tomándolos, escribiéndolos de nuevo, recreándolos, les ha otorgado una especial profundidad, agrupándolos en torno a conceptos simples y eternos como el Bien y el Mal, su lucha más allá del tiempo, en el espacio, el uno como paladín de una Humanidad conservadora y valerosa; el otro, espejo de un mundo alzado sólo a la medida de señores y siervos, rebelde contra las reglas de un universo estable.

Defensor, a su modo, de los valores religiosos, creyente en una Razón superior, el joven protagonista, heredero de virtudes y valores de ese universo conservador, e empuñará las armas para rescatar a Ia princesa en poder de la estrella rebelde como un nuevo San Jorge, dotado de escudo y armas espaciales.

Se trata, pues, de un filme para niños que esconde más allá de sus grandes perfecciones técnicas y artísticas un fondo político explícito en el que el dios de las batallas se da la mano con el dios de los creyentes en actitudes con resonancias de cruzada, en cierto afán por mantenemos alerta, con el arma a mano y el espíritu tenso, contra las turbias asechanzas de oscuros poderes capaces de minar o hacer saltar la base estable de una futura y universal democracia.

George Lucas ha sabido humanizar este tipo de historias sin restarle interés ni volver romas las claves del relato y sin caer tampoco en ningún tipo de frialdad o esquematismo. Ha traído su propio universo de ideas simples y gran espectáculo, hasta nosotros, actulizando a su modo los libros de caballerías y las historias de guerra de las que es buena parte la segunda mitad de la película. Lo ha realizado con medios técnicos excepcionales, con unos cuantos actores de poco nombre en tomo a dos clásicos: Alec Guines y Peter Cushing, con entusiasmo y humor y, a la vez, con la ingeniosa aportación de dos robots que esconden en su interior gris y dorado dos buenos cómicos, aquí sin rostro, y cuyos nombres son Anthony Daniles y el enano inglés Kenny Bader.

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