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El Inclusero

« Lo peor de todo en este tiempo de crisis es que no hay toreros» -dicen los empresarios del monopolio, que llevan a capricho y en exclusiva los toreros que les viene en gana- «No hay toreros -matizan-, aparte los nuestros, claro. »Y`aburren los suyos. Y no ven más allá. No ven, por ejemplo, a ese Gregorio Tebar, que no tiene de malo más que el apodo (¡mira que ponerse El Inclusero, encima sin razón que lo justifique!), porque en cuanto a torero-torero está en un grado de plenitud como muy pocos (a lo friejor dos, sólo veo a dos) en todo el escalafón en activo.

Torea de muleta con enjundia, esto es importante, pero, principalmente, torea de capa con técnica y arte, y esto es fundamental. Porque quien hoy toree bien de capa, se lo lleva todo; se lleva al público de calle, pues público y afición (por una vez no hay aquí distinciones) se privan porque alguien ponga.en su sitio el primer tercio, y su sitio es el espectáculo grande.

No descubrimos a El Inclusero. Está descubierto hace años y él mismose revaloriza cada día, cada contado dia que nos dejan verle, en el ruedo de Las Ventas, o en el de Carabanchel, frente al toro, ante la afición: toro con redaños, y sus problemas; afición con rigor, que no pasa una por alto.

A la zaga le va Justo Benítez, a quien ya empiezan a colgarle el sambenito ese de que es tosco de maneras, como si su toreo fuera zafio -que no lo es, se basa en buena técnica, lo interpreta con una sobriedad que no puede confundirse con el mal gusto- y como si los diestros cimeros de la fama, la mayoría, se caracterizaran por el arte.

Ahí tienen las empresas a El Inclusero, junto a.otros que han arrinconado al olvido, mientras llegan las jóvenes promesas. Pero a lo mejor no quieren darle paso, para que no ponga con las posaderas al aire a ciertos aburridos toreros de sus exclusivas. Y, entretanto, las jóvenes promesas han de mamar ciencia de éstos, con lo que todo puede resultar -resulta ya una cataplasma.

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