La verdad en la Universidad
Leída la carta dirigida a su periódico por el señor Jaime del Burgo sobre «Navarra y la Universidad vasca», coincido plenamente con las puntualizaciones hechas.Mientras muchos partidos levantan una mano en defensa de unas libertades (no se sabe cuáles), con la otra estoquean otras (ésas sí perfectamente conocidas), en nombre de, paradójicamente, las libertades sociales y las autonomías regionales. Una de ellas es la libertad de enseñanza, en este caso la universitaria.
Como recuerda el señor Del Burgo, el distrito universitario es una creación del Estado centralista, además de una institución anacrónica, tanto histórica como funcionalmente. Su función es tan parca como la burocrática, vetando la libre elección de la Universidad por el estudiante, derecho que ha de ser indiscutible.
Cualquier centro, tanto público como privado, laico o confesional, supone una aportación aceptable y que ha de ser reconocida como tal y, por tanto, apoyada y respaldada.
En estos momentos, en que la Universidad, es utilizada, los sofistas abundan, para fines distintos al suyo propio: la búsqueda del saber en sí, y cuando en el estudiante sólo se ve a un futuro militante, es necesario el crear centros universitarios capaces de sacar adelante las necesidades universitarias de nuestro país. Siempre que la responsabilidad y solvencia respalden la creación.