_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Perplejidad

El ciudadano de la calle, ni situado, en el círculo íntimo de las decisiones del poder, ni conocedor de las sutilezas que lo informan y presiden, se encuentra perplejo. Los acuerdos de la Moncloa, que establecen, al parecer, un generalizado consenso sobre temas económico-sociales de largo alcance entre Gobierno y Oposición, son presentados como la esperada panacea que va a devolver a la economía nacional la salud perdida. Pero, ¿cuál es la verosimilitud de ese «pacto» tan comentado? Decir que no se es partidario de la inflación, ni del paro obrero, ni de la deuda exterior, ni del caos económico-social, parece una afirmación obvia para la que no hacen falta reuniones o pactos. Comprometerse por escrito a garantizar determinadas actitudes de las masas trabajadoras durante los próximos tres o cuatro años, ¿es realmente el acuerdo a que se ha llegado? Y si ello es así, como determinados voceros triunfalistas se han apresurado a asegurar, ¿cuáles han sido las contrapartidas que han recibido o se les han ofrecido, por parte del Poder, para lograr esa sorprendente decisión? Nada se sabe del contenido de las sesiones de los grupos parlamentarios con el Gobierno, salvo que representaron un «Compromiso histórico», según unos, y un «acuerdo patriótico», según otros. Locuciones solemnes sí las hay. Pero, ¿ que existe detrás de ellas? De hecho, ¿se ha establecido, sin decirlo. un Gobierno de concentración? ¿Existe a partir de ahora, en los niveles del ejecutivo. un poder compartido? No podemos contestar a esa pregunta por falta de información verosímil. Es posible que sí es posible que no. En un sistema que camina hacia la democracia. ¿no sería bueno que se aciarasen las cosas para conocer si nos gobierna, en estos momentos, un partido centro-derecha o una coalición de partidos de centro- izquierda? Los tiempos del ejercicio de poder como un secreto omnipotente y lejano pasaron ya. Hoy día, un pacto de esta naturaleza, si es auténtico, necesita una pública clarificación. Para cuándo las conferencias de prensa masivas y abiertas, sino en esta ocasión?,¿O se trata de una gran concentración de simples montajes efectistas, un «escenario», como dicen los expertos de cine y TV, para lograr nuevos impactos y desconcertar a la opinión pública?Qué se ha esgrimido en esos diálogos? ¿Las cifras claves de la economía? ¿Los talantes negativos del empresariado? ¿La sensación general del desánimo inversor? ¿O hubo, además, la exposición de un sombrío panorama de hipotéticas amenazas contra la democracia, con golpismo, caballos de Pavía y otros truenos parecidos, encaminados a lograr consensos de urgencia dle los más remisos? Tampoco lo sabemos.

La ausencia de los datos reales de la situación ofrecidos a la opinión. es sobrecogedora. Suponemos que los datos definitivos, exactos, los tiene el Poder. Pero nadie conoce con certeza sino referencias tangenciales no comprobadas. Unas veces aparece un guarismo impresionante por el horizonte de la Seguridad Social. Y otras veces surge otra cifra, no menos estremecedora, con el cómputo total estimado del nuevo presupuesto del Estado, del que se dice. desbordará ampliamente -con la Seguridad Social incluida- los tres billones de pesetas. A renglón seguido se anuncia que en 1978 se podará el gasto público en 300.000 millones de pesetas sobre la cifra actual. ¿En qué quedamos? Otras autoridades han afirmado que pueden economizarse 200.000 millones con sólo poner orden en el desbarajuste administrativo del personal burocrático. Ante este manejo explosivo y errático de sumandos tan considerables, ¿cómo es posible emitir una opinión lúcida, una crítica constructiva, un diagnóstico equilibrado? No sabemos si estamos ante el balance de la General Motors o ante la hoja de pedidos de una empresa de reparaciones de automóviles.

Y el Parlamento. ¿qué papel ha de componer en el futuro. si el pacto existe" Su función quedaría alterada sustancial mente. ante un «compromiso a la italiana». en el que Carrillo. con diecisiete votos en el Congreso. trate de hacer, con audacia e imaginación, el papel de Berlinguer. que tiene tras él un tercio del electorado de Italia. Pero. ¿y la tarea constituyente de las Cortes, dónde quedó? Porque los minuciosos sistemas previstos para las relaciones del Gobierno y el Parlamento recién aprobados parecen ser, en realidad, articulaciones de largo plazo, en la hipótesis de que la Constitución «puede esperar» y que las Cortes híbridas, mitad constituyentes, mitad ordinarias, hayan de durar tres o cuatro años, sin elecciones generales durante ese largo período de tiempo. Y las elecciones municipales, ¿cuándo se insertan en ese calendario? ¿Pueden continuar las situaciones conflictivas de tantos y tantos pueblos y ciudades de España, en la tensión creciente de una distonía radical entre las estadísticas electorales del 15 de junio y la continuación de las corporaciones actuales?

Nadie nos ha explicado si ello es así o si, por el contrario, va a haber Constitución en dos o tres meses y elecciones municipales en otro plazo parecido. Y si hubiera Constitución con promulgación inmediata, ¿para qué los paquetes de medidas políticas anunciados, si del código fundamental, una vez aprobado, se derivarían todas esas normativas pendientes? Y. ¿para qué una nueva ley antiterrorista, cuando el poder posee toda clase de recursos locales excepcionales en este interregno y en la Constitución habrá una contemplación jurídica del problema, como lo tienen todos los Estados modernos democráticos? Tampoco se ha explicado con claridad lo que hace referencia a las autonomías, materia que merecerá ser tratada en otro artículo.

,Es deliberada esta ambiguedad en que se deja a la opinión pública, con objeto de que no conozca el rumbo que se lleva ni el programa que se desarrolla? ¿O trátase, por ventura, de una astutísima política, en cuyo secreto sólo participan los iniciados? ¿O quizá no hay todavía un criterio deñinido en materias tan importantes y no. se expone al. público por no conocerse con certeza cuál ha de ser el propósito final que prevalezca? Tampoco lo sabemos .

Es la palabra clave: perplejidad. Pienso que la gran mayoría del país no entiende nada de lo que está ocurriendo en el tablado, porque nadie quiere o puede explicarlo. ¿No sería bueno hablar con claridad a las gentes y decirles qué proyecto de vida en común se les ofrece para el futuro?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_