Estreno de Coria y reposición de Sanjuán
Teatro Real.Orquesta S. de RTVE
Director: García Asensio.
Solista: Bashkirov.
16 octubre
Puntos de interés en el prograrna de la Sinfónica de RTVE: estreno de la segunda versión de Falla revisited, de Coria, reposición, después de muchas décadas, de Liturgia negra, de Pedro Sanjuán y versión del Emperador, por Dimitri Bashkirov. Incluso la suite de El gallo de oro, de Rimsky, potencialmente de repertorio, no lo es entre nosotros. Enrique García Asensio demostró, pues, inquietud y llevó las distintas obras con la seguridad que le caracteriza.
Creo que Falla revisited no es página de apertura. Sí es, en cambio, muestra significativa del estilo de Miguel Angel Coria en algunos de sus aspectos: el de rendir homenaje a músicos del pasado a partir de una revisión -un pensar de nuevo- sobre ciertos aspectos estilísticos de los homenajeados. Es el caso de Ravel for president y el de este Falla revisited. Me interesó de modo especial un planteamiento: el de un Falla jocundo y bien humorado frente a las excesivas interpretaciones «sombrías». Don Manuel fue un espíritu concentrado, meditativo y, a veces, sufriente, pero no fue menos un alma alegre. Ahí está el Tricornio o el tercer tiempo del Concerto para atestiguarlo. También sus trabaJos con García Lorca -los efectuados y los solamente proyectados- por no citar los testimonios más directos y humanos: Cerón Viniegra, Ruiz Aznar, Thomas. Incluso desde la correspondencia puede medirse esta dimensión del carácter fallesco. Precisamente desde algunos ternas de El sombrero de tres picos -que escuchamos más como incidencia consecuente que como base- ha recordado Coria a Falla. También desde un ambiente sonoro que determinó, en mucho, el estilo de Falla, lo que Coria denomina con precisión «gramática musical hispano-francesa de entreguerras, es decir, la preceptiva y los modelos que Falla elevó a estilo y ejemplo». El compositor, aun manteniendo esa atmósfera, que nos acerca al impresionismo de las «noches», diríamos que la «vacía» por disminución de las densidades sonoras y un juego de combinaciones instrumentales personal del compositor madrileño, quien pone fin a la pieza con un golpe de efecto que lo es, también, de humor: hacer creer al público que la obra ha terminado para, una vez iniciados los aplau.sos, sorprenderle con un brevísimo y brillante final. Miguel Angel Coria recibió personalmente desde la escena el homenaje del público.
Caluroso, emocionante, el rendido a Pedro Sanjuán, muerto el año pasado en Estados Unidos, después de lostres movimientos de su Liturgia negra. Sanjuán fue un temprano emigrado, ya que desde 1924 residió en La Habana, primero, y en Norteamérica después. Fruto de sus primeros contactos con la música popular afrocubana es Liturgia negra, una de las primeras obras españolas que cultivan el «antillanismo» de cooor a través de un lenguaje en el que se advierte la huella de Turina, maestro de Sanjuán. Ritmos de comparsas ñáñigas y lucumíes estructuran la Iniciación, el Canto a Oggun y Babaluyé, como en una visión musical abstracta de la poesía de Nicolás Guillén. Liturgia negra tuvo, por otra parte, consecuencias directas en ciertas páginas del cubano Amadeo Roldán, discípulo en España de Bordas, Soler y Conrado del Campo, concertino en la Filarmónica habanera que fundara Sanjuán y colaborador con él en muchos empeños musicales. Sanjuán se distinguió como director y llegó a alcanzar clamorosos triunfos en el célebre «tazón» de Hollywood. Guipuzcoano de nacimiento, Sanjuán, después de 1924, residió en España sólo ocasionalmente, pero fue lo suficientemente conocido aquí como para recibir el Premio Nacional. A partir del 36, cesan las visitas del compositor a su país hasta unos años antes de su muerte, que lo frecuentaba con renovado entusiasmo. La otra obra definitoria del músico -que deberá reponerse también- es Castilla, temía que le apasionó como a tantos intelectuales de su tiempo. Es decir, a modo de «redescubrimiento». El éxito de Liturgia negra fue definitivo y la versión de García Asensio, muy viva y contrastada.
Poco diremos de Bashkirov y su concierto Emperador. No tuvo el gran pianista ruso «su tarde», hasta el punto de que no parecía él mismo. ¿Cómo criticar, entonces a su sombra? El gallo de oro, una de las partituras de Rinsky más queridas por su gran discípulo, Strawinsky, que tantas veces dirigiera Pérez Casas, con el padre de García Asensio en los primeros atriles de violines, cerró el programa, casi enteramente dedicado a diversos conceptos del «color».
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