Por falta de "quorum" no se aprobó la ley que regula las relaciones del Gobierno con las Cortes
Los senadores del grupo Progresistas y Socialistas Independientes (PSI), así como los autonomistas vascos y catalanes ajenos a las fuerzas parlamentarias presentadas en las conversaciones de la Moncloa, asestaron ayer, a través del Senado, una primera derrota al Gobierno, a la vez que dieron un toque de atención a la Cámara baja. El proyecto de ley sobre relaciones entre el Congreso de los Diputados y el Senado en el ejercicio del control parlamentario del Gobierno, ya aprobado por el Congreso, no obtuvo los dos tercios necesarios de votos favorables que establece el flamante Reglamento del Senado y habrá de ser debatido en la Cámara alta por el procedimiento de urgencia.
Según el precepto del Reglamento citado, que dio así su primer fruto parlamentario, se requerían dos tercios, es decir, 165 votos favorables, y sólo se produjeron 152 (pertenecientes a UCD, PSOE, senadores de los grupos mixtos, independientes y de designación real), frente a ninguno en contra y 42 abstenciones (del PSI, Entesa dels Catalans, vascos y algún independiente, como Fidel Carazo, a quien poco antes se le había negado el uso de la palabra).Con ello, el Senado reivindicó un papel de mayor protagonismo que el de pronunciar la palabra amén a los trabajos del Congreso de Diputados. Pero, además, en el trasfondo político del tema subyacen las tensiones existentes dentro de los grupos parlamentarios y la falta de sumisión de algunos senadores a una rígida disciplina o a convenios y pactos negociados por sus cabezas dirigentes en ámbitos ajenos al Parlamento y de los que no se les facilita suficiente información.
Sí en el reciente Pleno del Congreso, estas indisciplinas y tensiones -que sólo afectaron al resultado numérico y al orden de las vicepresidencias de los elegidos, pero no a las personas- tuvieron como principal intérprete a UCD, ayer fue el segundo grupo de las Cortes, el PSOE, el que las puso de manifiesto. Un nutrido grupo de senadores socialistas permaneció en el bar durante la votación favorable al proyecto de ley. Por otra parte, durante la intervención del senador del PSOE Antonio López Pina, al anunciar el voto afirmativo de su grupo, varios senadores del mismo -concretamente, Gregorio Peces- Barba (padre), Amalia del Miranzo y Fernando Baeza- abandonaron la sala, coincidiendo con el aplauso irónico que los senadores de los grupos que se abstuvieron dedicaban al señor López Pina por la incoherencia de su discurso en favor del control parlamentario democrático y su anuncio de voto favorable al proyecto gubernamental.
Los turnos a favor y en contra del proyecto de ley habían permitido averiguar, en efecto, que todos los senadores se pronunciaban a favor de un riguroso control parlamentario, con citas abundantes y eruditas del Derecho comparado en algunos casos. Pero también quedaba claro, en las Intervenciones de quienes hablaron en nombre de la izquierda, que el control parlamentario provisional aprobado por el Congreso no era la regulación óptima del tema ni mucho menos.
Por parte de UCD resultaba coherente continuar defendiendo el texto del Gobierno que lo había engendrado. Por parte del grupo más batallador en contra del mismo, Progresistas y Socialistas Independientes, no bastaban las razones de Estado para dar la aprobación a este proyecto de ley, como no bastaban tales razones, a juicio de su portavoz, Manuel Villar Arregui, «para dejar sin vestir el uniforme a hombres que no han cometido otro delito que el de sostener que la soberanía corresponde al pueblo». (Se refería a los militares de la UMD a quienes la ley de Amnistía no les reintegra al Ejército.)
La actitud de abstenerse por parte de este grupo nos la explicó el señor Villar Arregui en los pasillos de este modo: los senadores del grupo PSI desean que se regule el control parlamentario, pero no mediante el texto presentado a su aprobación y, además, la abstención era suficiente para provocar la tramitación urgente del tema.
Por su parte, el PSOE se enfrentaba ante un proyecto que no le gustaba, pero que el partido había decidido votar favorablemente, por compromisos políticos, estrategias de partido o simplemente por no obstruir inútilmente. El señor López Pina creyó solucionar el problema con una intervención muy agresiva contra UCD, a la que acusó de «querer hurtar su gestión al control parlamentario», y un anuncio, sin embargo, de voto favorable al proyecto de ley. Como el ave que glosaba Ortega, el senador López Pina en un sitio ponía los huevos y en otro daba las voces.
Algunos senadores se le fueron de la sesión y, en todo caso, el PSOE perdió la oportunidad de apuntarse esta pequeña derrota al Gobierno. Pequeña, porque el Senado aprobó la tramitación urgente del proyecto de ley y el próximo 4 de noviembre -según decidió el presidente, Antonio Fontán, tras oír a la junta de portavoces- comenzará a debatirse en la comisión correspondiente, con elevación Final al Pleno, en donde bastará mayoría simple.
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