La intrigante figura de Kissinger
No son frecuentes en España las ediciones de libros sobre la estructura y los cambios del sistema internacional de nuestros días. A menos de un año de la salida de escena del secretario de Estado, Henry Kissinger, el sistema de nuestros días sigue registrando los poderosos trazos que él le impuso.Es lo que se constata en el libro de L. Garruccio La era de Kissinger. Garruccio es el seudónimo de un diplomático italiano, Ludovico d'lncisa di Camerana, autor de un libro titulado Spagna senza miti, de 1968.
Garruccio nos introduce al sistema kissingeriano a partir del hombre, de su formación y de su mentalidad Kissinger es un europeo, con justos europeos, y con pesimismo y cinismo típicamente europeos. «Kissinger -dice Garruccio- trata a los americanos como un elemento externo a su mundo, como una historia que debe doblegarse a las leyes de la historia, que son europeas. » El público americano le adoró pero no le comprendió; el Congreso nunca se flo de él; encontró el apoyo incondicional de Nixon, pero éste fue expulsado de la vida pública como incompatible con la noción de sí mismo del pueblo americano. Por todo ello su figura es más intrigante. Según Garruccio, la novedad absoluta de Kissinger consistió en «haber descubierto la metodología afín a los designios estratégicos, que el momento volvía finalmente realizables». Pormedio de las percepciones estiatégicas, Kissinger contribuyó a la consolidación de bipolarismo diplomático, como doble del bipolarismo nuclear, y desnutrió al sistema internacional de componentes morales o ideológicos, restaurando la prosaica y tra dicional concepción de la diplomacia como, agente principal del sistema.
La era de Kissinger
De L. Garruccio, colección Punto Omega, Guadarrama.
El libro va precedido de un prólogo de Nuño Aguirre de Cárcer, actual embajador español en Bruselas, quien cuenta una anécdota erudita de un encuentro con Kissinger en 1969. El entonces consejero presidencial dijo a Aguirre: «El tema de las negociaciones con España es tan complejo que me recuerda lo que en su día dijo Bismarck de la batallona cuestión de los ducados daneses: Sólo tres personas hemos sido capaces de comprenderlo, pero una ha muerto, otra se ha vuelto loca y la tercera, yo, Bismarck, lo he olvido.» Garruccio ilumina al personaje mediante el contraluz con otros protagonistas de la historia: Metternich, Castlereagh, el propio Bismarck y (en unos brillantes párrafos caracteriológicos,) con Schlesinger, secretario de Defensa durante parte del reino de Kissinger.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.