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Protestas contra un centro de almacenamiento de residuos atómicos de Córdoba

El centro de iniciativas turísticas Los amigos de Córdoba, a propuesta de uno de sus socios, el arquitecto Rafael de la Hoz, ha tomado en su última junta general el acuerdo de elevar la más enérgica protesta por la presencia en está provincia del centro de almacenamiento de residuos atómicos de la Junta de Energía Nuclear. Como primera medida se acordó dirigirse a todos los parlamentarios andaluces para que hicieran de valederos ante el Ministerio de Industria en pro de la clausura de esta imposición.En el mes de septiembre del pasado año llegó a conocimiento del corresponsal de EL PAIS en Córdoba la existencia de unas minas de pesblenda que en 1960 había dejado de explotar la Junta de Energía Nuclear y en las que se venían almacenando los envíos que todos los meses, en camiones sin la protección debida, llegaban hasta el antiguo poblado minero de El Cabril, en la sierra Albarrama, término de Hornachuelos, en las inmediaciones del pantano de Bembezar.

El lugar, entonces, no tenía ninguna protección; sólo un cartel de prohibido el paso, las siglas de la JEN y otro cartel indicando el coto de caza, cuya explotación ignoramos quién la realiza. Sólo un guarda permanecía en el desierto poblado.

Al hacer la primera información en el Ayuntamiento de Hornachuelos, a cuyo término municipal pertenece el lugar, se produjo una auténtica conmoción. Se descubrió el hecho de que desde varios meses atrás figuraba un escrito de la Junta Nuclear dando cuenta del «propósito de establecer este almacén atómico». Las presiones debieron de ser fuertes porque el anterior alcalde no puso el hecho en conocimiento de la Corporación y pasaron varios meses de silencio. Alertado por las noticias públicas y la presión popular, el nuevo alcalde, señor Palencia Carrasco, convocó un pleno urgente a las diez de la noche en el que se dio cuenta de la comunicación de la JEN y se leyó la memoria del proyecto de construcción de este cementerio atómico que, entre otras cosas, ya llevaba dieciséis años funcionando cuando se pedía permiso para su instalación, ya que nada más cerrarse la explotación de las minas, en el año 1961, se almacenó el primer cargamento de detritus atómico.

Los datos de la Junta señalaban el almacenamiento de 1369 bidones hasta el año 1971, careciendo de datos para los años siguientes, si bien el índice es de crecimiento. El ayuntamiento acordó, por unanimidad, oponerse a este cementerio atómico. Este acuerdo mereció la repulsa gubernativa y el hecho fue silenciado y minimizado por las autoridades que con el entonces gobernador civil a la cabeza subieron a las instalaciones y, a semejanza de Fraga bañándose en Palomares, tocaron los bidones de residuos atómicos, para los fotógrafos oficialistas, que hicieron pública su inocuidad.

Repulsa general

El argumento de los habitanes de la zona es que si es inofensivo y no hay peligro, de contaminación de las a guas del pantano pudieron quedárselo en su origen, y si no es inofensivo no debieron traérselo a ellos.

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