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El pastel repartido

«El Consejo de Ministros del pasado viernes firmó el acta de liquidación de la AISS, sucesora de los sindicatos franquistas. Los funcionarios y los servicios de los verticales se distribuyeron entre la mayoría de los Ministerios.Para compensar la fría acogida con que los distintos Departamentos ministeriales recibirían la avalancha de los 34.000 nuevos funcionarios procedentes de los sindicatos, el patrimonio de la vieja CNS se ha repartido. La gran mayoría de los funcionarios pasan así con su mesa, su silla y su máquina de escribir, a realizar la misma actividad para otro Ministerio. Ha sido un juicio salomónico que pretendió más el acomodo de estos miles de personas que otra cosa.

La primera impresión al conocer la referencia del Consejo de Ministros, es que los grandes perdedores vuelven a ser las centrales sindicales, pues poco es, a este paso, lo que van a poder rascar. Ni un bolígrafo les dejarán. A estas alturas, por ejemplo, todavía no se ha aclarado la posesión de los locales sindicales, de urgencia vital para las centrales. Y los delegados provinciales de la desaparecida OS-AISS siguen siendo los señores que tienen en su mano la autorización para conceder durante unas horas el uso de una habitación a los nuevos sindicalos o a los trabajadores.

( ... ) El factor de equilibrio social que supone en una sociedad industrial un sindicalismo numeroso y fuerte dejará sentirse por su ausencia en los conflictos del otoño. Del mismo modo que también le salió caro al Gobierno y al país la excesiva prolongación en el tiempo de la AISS, pues más que muralla de contención a las organizaciones obreras sirvió para que a su sombra el búnker lanzara una serie de huelgas desestabilizadoras -gasolineras, pan, transportes- que a punto estuvieron de lograr su objetivo.

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Los restos de cuarenta años de sindicalismo estatal, que según los nacionalsindicalistas a su frente iba a ser la envidia del mundo -¡qué lejano parece ya este lenguaje de hace tan sólo una década!-, desaparecieron el viernes pasado por un simple acuerdo de ministros. El futuro sindical reside ahora en las próximas elecciones de empresa, que constituirán el primer baremo serio para conocer la fuerza y el liderazgo de las nuevas centrales. Cerremos con siete candados la larga etapa de una organización que sólo sirvió para el control y la represión obreras.»

26 septiembre

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