El Mercado Común acepta la peticion española de ingreso
Con un «sí» político unánime, los ministros de Asuntos Exteriores de los nueve Estados miembros de las Comunidades Europeas aceptaron ayer la demanda del Gobierno español de integrar el país en el Mercado Común. El consejo encargó a la Comisión Europea, órgano responsable de las negociaciones, que prepare un informe. En el mismo se definirán las condiciones y el calendario de la futura negociación.
La Comisión Europea, que preparará su informe en estrecho contacto con los Estados miembros y, probablemente, con los medios políticos y económicos españoles, debería terminar sus trabajos antes del otoño de 1978. Las verdaderas negociaciones para el ingreso de España a la CEE comenzarían, en principio, no antes de finales del próximo año.La decisión de los «nueve» se basa en tres principios capitales, según Henry Simonet, ministro belga de Asuntos Exteriores y presidente en funciones del consejo de la CEE:
1. Solicitar un informe a la Comisión Europea.
2. No discriminar la negociación española en relación con las demás candidaturas (Grecia y Portugal).
3. No exigir ninguna condición previa de orden político, económico o institucional.
Con su unanimidad para abrir el proceso de integración de España a la CEE, los « nueve » dan, ante todo, una respuesta política. Dejan para más tarde los problemas económicos. Así se demostró en el curso de las intervenciones de los ministros de Asuntos Exteriores.
Un apoyo al proceso democratizador español
El alemán Hans-Dietrich Genscher y el británico David Owen insistieron en el carácter «político» de la operación de ampliación del Mercado Común. Las frágiles democracias española, griega y portuguesa deben contar con el apoyo del núcleo de países comunitarios. Recordaron que habrá dificultades económicas, no insuperables.
El belga Simonet y el holandés Van der Stoel, además de justificar la necesidad política de la operación, destacaron que los aspectos institucionales que origine la ampliación son, ante todo, problemas de orden interno entre los «nueve». En ningún caso podrían justificar un retraso del proceso de ampliación.
El irlandés O'Kennedy, el luxemburgués Gaston Thorn y el danés Oestergaard se manifestaron en análogo orden de ideas.
Por último los dos «duros» en el capítulo de la ampliación, el italiano Forlani y el francés Taittinger evitaron sacar sus armas. Declararon su acuerdo en lo político, sin olvidar el capítulo agrícola. Hoy no era el día de plantear la batalla. No había -necesidad de insistir en «condiciones previas» capaces de enturbiar el buen clima político, cuando se han presentado ya sendos «memorandums» agrícolas, solicitando la reforma de la «Europa verde», antes de ampliar el Mercado Común.
Roy Jenkins, presidente de la Comisión Europea, declaró, en respuesta a la petición del Consejo, que «la comisión hará todo lo necesario para presentar sus conclusiones lo antes posible, sin olvidar ni el contexto general ni el político de la ampliación ».
Para los «eurócratas» la situación real es la siguiente: Grecia negocia ya su entrada desde el verano de 1976; Portugal espera su veredicto para fin de año o principios del próximo; España se suma a la lista de peticionarios a los que la Comisión debe dar una respuesta concreta.
Se insiste y se repite que «cada caso será tratado según su calendario». Lo cual no impide pensar a la mayoría de expertos que la ampliación de la CEE se hará a «doce» o no se hará.
El caso español, por su volumen socio-económico, obliga a los comunitarios a nuevas «reflexiones» (como la celebrada el pasado fin de semana en La Roche) a fin de evitar pasos en falso.
El acto de ayer se inscribe en la lógica de la mecánica seguida en otros casos. Se da el aval político. Los condicionantes los impondrán las propias negociaciones.
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