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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Las lecciones de un viaje

LA GIRA europea del presidente Suárez ha terminado sin resultados precisos. Se la podría calificar de viaje protocolario, si no hubiera supuesto una innovación en los hábitos diplomáticos de las Comunidades Europeas. Por lo general, los países que aspiran a asociarse a la CEE realizan estos contactos al máximo nivel antes de presentar su demanda oficial. Pero como España presentó su petición el pasado 28 de junio, el presidente Suárez se ha visto moralmente obligado a. efectuar esta gira relámpago para cumplimentar el trámite, antes de que se inicien las negociaciones reglamentarias, que se anuncian complejas y difíciles. En estas condiciones, el protocolo se ha trastrocado y los contactos iniciales se han desvirtuado porque Suárez se ha visto obligado a hablar con sus interlocutores de algo concreto, ya que la demanda de adhesión estaba presentada.Lo que ha comenzado por parte de los países visitados ha sido un intercambio de posiciones y la apertura de una información sobre ellas. Ya se sabía antes del viaje que para el ingreso de España en la CEE hay complejos problemas: habían desaparecido los obstáculos de tipo político, pero siguen en pie los institucionales propios de la CEE, y surgen, esta vez con más fuerza que nunca, los verdaderos problemas económicos. De todo esto, los jefes de los Gobiernos de Holanda, Dinamarca, Francia e Italia han informado a Suárez, pero bastaba con haber leído los periódicos para enterarse.

La opinión pública conoce en cualquier caso lo que Giscard, Andreotti, Den Uyl y Jorgenssen han dicho al presidente español, al menos en sus líneas generales. De lo que no hemos sabido prácticamente nada es de qué alternativas y ofertas ha llevado Suárez en el bolsillo.

En su viaje se ha limitado a cuatro de los nueve países miembros de la CEE, con ausencias tan notables como las de Londres, Bruselas y Bonn. Los interlocutores del presidente han iniciado su estrategia, pero por parte española más parece como. si se hubiera tratado de un viaje de protocolo, y hasta con ribetes de publicitario. A Suárez se le ha dicho con toda claridad que la CEE quiere resolver sus problemas de desequilibrio agrícola y de funcionamiento institucional antes de prestarse a cualquier ampliación. La adhesión española entra en una fase diplomática y económica, a la que el viaje presidencia¡ no ha ayudado en casi nada. El tema del Mercado Común es una cuestión de Estado, en la que coinciden prácticamente todas las fuerzas políticas españolas representadas en las Cortes. La decisión de entrar no es ya lo importante, sino los términos en los que sea posible hacerlo. En este punto, Suárez vuelve con las manos vacías.

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Que se sepa, ni el Gobierno, ni la UCD, ni el resto de las fuerzas políticas españolas han realizado un estudio riguroso, político y económico, de la cuestión, o al menos, no se ha hecho público nada semejante. Nuestros interlocutores de la CEE, por el contrario, tienen ya los dossiers perfectamente preparados y están esperando ofertas y propuestas concretas, pues nuestro deseo de entrar ya lo conocen. El Gobierno presentó la candidatura española sin previa consulta al resto de las fuerzas políticas, y todo el tema, el viaje presidencia¡ incluido, aparece teñido de improvisación y ligereza. La gira se ha. hecho sin argumentos, sin alternativas con las que negociar la intransigencia económica de los Gobiernos visitados sin fórmulas de compromiso.

Si ya en estas condiciones el presidente Suárez regresaba a España con una imagen vacilante y borrosa, sólo ha faltado la precipitación en el regreso para convertir este equívoco periplo en el anuncio tal vez de una situación más grave. Quemando apresuradamente la inexplicada e inexplicable etapa maltesa, el presidente Suárez ha adelantado su regreso aprisa y corriendo. Era lo que faltaba para precipitar más los rumores acerca de la crisis interior que aqueja al Gabinete.

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