Distribuir el pan
Yo me dedico, en Valladolid -donde por cierto los industriales panaderos también redujeron el peso del pan ilegalmente, sin que se hayan tomado contra ellos las medidas pertinentes-, a la venta al público de pan y leche, en un despacho de la panificadora Ipavasa (Industrias Panificadoras Vallisoletanas, SA) el mayor monopolio de pan de la provincia, abrumadoramente superior económica y comercialmente a los demás (Haripan, La Gloria,. Unpropan, etcétera) y al que tuve que abonar la cantidad de 60.000 pesetas Por vender sus productos, en concepto de depósito, de lo que, hasta cierto punto, me congratulo, pues hay quien, tuvo que depositar hasta 250.000 pesetas.Un despacho medio, como el que exploto(?), deja una ganancia de 900 a 1.200 pesetas cada diez días, equivalente al 5 % del volumen de pan vendido. Es, creo que no hace falta decirlo, insuficiente a todas luces; aunque a ello haya que sumar la ganancia de la leche en bolsa de plástico, que es la de -mayor consumo debido a su bajo precio, esto es, 0,50 Pesetas en cada litro en la de la Central Lechera Vallisoletana y 1 peseta en la de Granja Conchita. En la cuestión de la leche hay que hacer notar que Ipavasa sirve de intermediario y paga a la Central Lechera 23,50 pesetas por litro, siendo su precio de venta al público de 27 pesetas. Estos exiguos ingresos económicos son en muchos casos los únicos para mantener a una familia y, desde luego, no es el caso, como se ha dicho, de que los expendedores de pan sean viejos y retirados en su mayoría.
Por vender su pan las grandes panificadoras nos mantienen en cambio sin seguridad social y sín ninguna relación de tipo laboral, presionando por acabar con los pocos expendedores que aún poseen un salario de la empresa. También hay que hacer notar que los márgenes de beneficios (?) son los mismos, que hace ya muchos años, cuando la leche, por ejemplo, se vendía al público a 17,50 pesetas.
Estos magnates del pan que en tiempos de la Administración puramente franquista jamás plantearon ningún problema, hoy se nos presentan como víctimas. Sin embargo, está muy claro que no lo son.
Nuestra situación ha empezado a ser tratada por CCOO, de la que soy militante; y esto es una esperanza porque nuestros problemas laborales son de envergadura. Por ejemplo, los expendedores no disfrutamos de ningún día de descanso a la semana (hemos de abrir los dómingos por la mañana incluso) y de sólo un día al año, el de Navidad. Nuestra jornada laboral es muy larga, y somos unas piezas imprescindibles para las jugosas ganancias de los industriales panaderos. En cambio, ellos se desocupan -¡es natural!-, y sólo aspiran a una subida del pan, de la que estamos seguros no nos beneficiaremos los expendedores.
Espero que esta carta sirva de reflexión a aquellos que sientan estos problemas. En Valladolid, en pleno agosto, más de 200 expendedores acudieron a una reunión convocada por Comisiones Obreras que no se pudo realizar porque nos fueron negados los locales del antiguo -y sin embargo vivo-, Sindicato Vertical ¡encima!
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