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La izquierda italiana suaviza sus reacciones ante el caso

El caso Kappler, al cumplirse el décimo día de tempestad política, fue el tema principal del Consejo de Ministros convocado ayer por el premier Giulio Andreotti.Italia ha cruzado con Alemania un par de notas diplomáticas. Si no la extradición, Andreotti quiere lograr, por lo menos, que los alemanes traten al ex coronel de las SS como un criminal de guerra y que, por consiguiente, sea internado en un hospital militar o mantenido en su domicilio bajo vigilancia. Hasta ahora, Andreotti no ha explicado públicamente la línea que seguirá. Acaso lo haga en el Parlamento, cuando éste reinicie sus sesiones, a mediados de septiembre.Por ahora, después de los informes casi idénticos del ministro de la Defensa, Vitto Lattanzio, a las comisiones del Congreso y del Senado, las reacciones de la izquierda, que al principio parecían furiosas, se han aplacado. Comunistas, socialistas y sociaI democráticos rriantienen una actitud crítica, pero temen una reacción en cadena que provoque una crisis de gobierno. El caso Kappler no justificaría esa crisis, en un momento en que es preciso seguir ocupándose de los problemas económicos, para los cuales resulta preciosa la ayuda alemana. Contra este «conformismo» político se rebelan los republicanos y demoproletarios, que siguen pidiendo la dimisión de Lattanzio.

Se van conociendo los detalles de la fuga

Radicales, democristianos y liberales apoyan al ministro Lattanzío. Entre los demonacionales hay quien está satisfecho de cómo van las cosas y quien se alarma ante «la crisis de autoridad » del Estado. Los neofascistas continúan diciendo, como el primer día, que se ha hecho «un ruido inútil».Poco a poco, en conclusión, se va haciendo luz sobre el caso Kappler. Los servicios secretos italianos habrían dado ya con la mecánica de la fuga. La mujer de Kappler se habría llevado a su marido a pie por el montacargas hasta el baúl de un coche alquilado, aparcado en el patio del hospital, y desde allí., lo habría trasladado al Opel que, guiado por su hijo por carretera, habría salido tranquilamente de Italia.Mientras la tradicional hostilidad contra los alemanes se ha recrudecido en el italiano medio, siguen teniendo relieve en la prensa las noticias provenientes de Alemania, de que Kappler sufrió una grave crisis cardíaca la noche pasada y que su esposa ha vendido a una agencia alemana, por ochenta millones de liras, la información sobre la rocambolesca fuga. No podía faltar quien tratara de tomarse la justicia, por su mano, como lo testimonia la bomba que ayer estalló en la cámara de comercio italo-germana en Milán, y los coches de turistas alemanes dañados días pasados en San Remo por desconocidos.Otro indicio de que el escándalo se está aplacando, lo constituye el hecho de que el Parlamento no nombraría una comisión de encuesta especial como se pedía al principio.El único chivo expiatorio de todo el, caso resulta ser, por ahora, el cuerpo de carabineros, que tradicionalmente, desde hace siglo y medio, con funciones análogas a las de la Guardia Civil española, constituye la estructura más sana y segura del Estado. La inmediata degradación de cuatro altos oficiales, decretada por el general Enrico Mino, que por reglamento no pertenece al cuerpo, ha provocado entre los carabineros algo más que irritación.

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