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Socialistas frente a comunistas y Chirac frente a Giscard

Las divergencias y controversias, en la oposición de izquierdas y en la mayoría gubernamental, que con altos y bajos caracterizan a ambos campos, han desembocado en la confusión. A ocho meses escasos de los comicios legislativos de marzo de 1978, el ciudadano francés, como los observadores más objetivos, se preguntan acerca del significado profundo de un acontecer político, intenso a pesar del calendario veraniego, en el que predominan las segundas intenciones, la intoxicación, la sospecha del que teóricamente es un amigo y la complicidad del que, en principio, es un enemigo.Después de las últimas intervenciones de los dos líderes supremos de la Unión de la Izquierda, Francois Mitterrand y Georges Marchais, a propósito de su divergencia en materia de defensa nacional, la tensión entre comunistas y socialistas se mantiene viva. Los segundos se consideran «agredidos» de manera creciente por el PCF que, a su vez, ve enemigos por todas partes. Ayer, un portavoz comunista denunció a los socialistas, a los radicales de izquierdas (el tercer partido de la Unión) y al diario independiente Le Monde, como instigadores de una «maniobra desleal» destinada, en su opinión, a conducir. las negociaciones para la actualización del programa común a un callejón sin salida.

Por su lado, el Partido Socialista también criticó al referido diario, que anteayer había publicado una información sobre el estado de la negociación sobre la defensa nacional nuclear entre los tres partidos de la izquierda.

Le Monde señaló únicamente que, como de costumbre, los partidos políticos de la oposición, igual que el Gobierno, cuando hay algo que no funciona a su gusto apuntan siempre al mismo culpable: los periodistas.

En el seno de la izquierda, después de dos semanas de querellas y polémicas, lo único que queda claro para el francés de la calle, al margen de la discusión técnica sobre la defensa, las nacionalizaciones o las medidas sociales (son los tres puntos de roce entre socialistas y comunistas), es la sospecha que ya apareció en el primer momento: «Los comunistas no quieren llegar a un acuerdo, es decir, no quieren el poder.»

Chirac, contra un plan presidencial

Después de tanta pedrada del PCF contra el PS y viceversa, la mayoría de derechas, vigilante, también ha vuelto a Verse perturbada ayer por el alcalde de París y líder gaullista, Jacques Chirac. quien declaró que considera inoportuna «una reforma constitucional que el día anterior había anunciado la Presidencia de la República, relativa al mandato de los diputados suplentes. Un ministro, actualmente, pierde su escaño al entrar en el Gobierno. Según la reforma deseada por el presidente Giscard d'Estaing, el ministro recuperaría su puesto en la Asamblea de manera automática al cesar en su cartera. El señor Chirae manifestó que este problema no es urgente y que la reforma debía abordarse después de las legislativas.

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