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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Estafa en la gasolina

Acabo de conocer la noticia de la subida del precio de la gasolina, con tristeza y pesar. No queda otro remedio que hablar de un engaño manifiesto, de una injusticia declarada y de una alevosía tangible.Vamos por partes. El coste del litro de gasolina, ya refinada, es de 9,64 pesetas; añadido el 24 % del mayor coste por la devaluación de nuestra moneda, es decir, 2,31 pesetas, resulta un nuevo coste total de 11,95 que, sumadas a las cifras actuales de impuestos, nos dan un preciojusto al público de 33,31 pesetas/litro. Incluso se pueden conceder algunos céntimos más (unos 45) de acuerdo con las nuevas comisiones que pretenden las esta-, ciones de servicio, hasta llegar a las 33,76 pesetas/litro (N.O. 96). Sólo éste sería el precio «real» de la gasolina ante la nueva situación (siempre que el Gobierno mantenga los mismos impuestos). Pero de aquí a las 37 pesetas fijadas, van nada menos que 3,24 pesetas injustificables ¿0 sí? El sistema de repercutir el aumento de costes sobre el consumidor no siempre es válido, pero resulta grave cuando además se pretende ganar en la operación. Así se había hecho hasta ahora en España, y veo que la situación no cambia: creación de una imagen deteriorada de la economía, promesas de medidas fuertes, insinuaciones sobre reforma fiscal (?) y... lo inmediato era la devaluación monetaria y la subida de la gasolina. Por otro lado, practicar precios reales en la energía debe entenderse como buscar la responsabilidad real de cada combustible en la balanza energ¿tica, y el fueboil supone el 54 % de] total del crudo, mientras la gasolina sólo es el 10 %, parte de la cual se exporta, y,que el gasto real viene dado por el aumento del parque, pues el consumo específico por automóvil está en disminución desde llace varios años. Así, las centrales ternioeléctricas vienen consurniendo grandes cantidades de combustible subvencionado -o no gravado- y los automovilistas pagamos religiosamente fuertes impuestos. Mientras, tenemos estancada la producción de carbón, aumenta escandalosamente la importación de este producto (en dólares/divisas) y las pérdidas de HUNOSA se cuentan en miles de millones.

Considerando el actual parque automovilista español es totalmente injusto que sean los únicos en pagar el coste social de las Importaciones de petróleo y de la defectuosa gestión en todo el sector energético. El malestar social que se deriva es tangible: existe una industria muy amplia y diversa que puede verse afectada, el español todavía no ha llegado a los niveles de consumo medio existentes en la OCDE y el automóvil es uno de los síntomas más claros en su superación personal y colectiva; los perjudicados, como siempre, son los modestos; la incidencia en el aumento de precios al consumo es inevitable y, por tanto, en las tasas de inflación que padecemos...

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