Próxima reunión en París de productores y consumidores de tecnología nuclear

Una especie de «diálogo norte-sur» del átomo va a realizarse en París en las próximas semanas. Fue el presidente americano, Jimmi Carter, durante la última cumbre occidental de Londres, quien adelantó la idea: el llamado «grupo de Londres» (Alemania Federal, Canadá, Japón, USA, Francia, Gran Bretaña e Italia) participará de esa reunión, que se celebrará secretamente. Objeto de los trabajos: elaborar las reglas que defirían una disciplina nuclear, para evitar la proliferación atómica «salvaje»El pasado mes de junio, representantes del «grupo de Londres» ya se reunieron en París para preparar los trabajos de lo que va a llamarse «programa internacional de evaluación del ciclo del combustible nuclear». Los «siete grandes», con esta fórmula, pretenderían sentar alrededor de la misma mesa a los países proveedores de la industria nuclear (USA, Canadá, Japón, Gran Bretaña, RFA, RDA, Italia, URSS, Checoslovaquia, Polonia, Holanda, Suecia, Bélgica, Suiza) y a los consumidores (India, Pakistán, Irán, España, Brasil, Argentina, Israel y Africa del Sur).

El problema es el siguiente: quienes dominan, de manera más o menos parcial, la técnica atómica desearían que los demás se mantengan al margen: estos últimos, por el contrario, rechazan el monopolio de los primeros. Se trata de la cuestión de la proliferación nuclear, cada día más agudo, porque los países del Tercer Mundo, en el plazo de dos decenios, de manera «salvaje», es decir, sin contar para nada con los países atómicos industrializados, podrían dotarse, con sus propios medios, de centrales atómicas, de fábricas de enriquecimiento, -de sobreregeneradores- y, a la postre, construirían la bomba atómica.

Entre otros argumentos, estos países estiman que los «dos grandes» (USA y URSS), al mantener en punto muerto las negociaciones SALT (reducción de armamento nuclear), no dan el ejemplo oportuno.

Con la creación del «grupo de los 24», que va a estudiarse en esta capital, los «siete grandes» desearían establecer un código de buena conducta que permitiría a los países del Tercer Mundo entrar en posesión del átomo «civil».