Leopoldo Azancot, o la novela como misterio
Entrevista con el crítico y autor de "La novia judía"
La novia judía es la novela que más se esperó en el año pasado. Incluso en la Feria del libro, a donde no llegó por días. Y se esperaba con curiosidad, porque Azancot, su autor, es bien ,conocido como crítico, y como lector inflexible. Y, además, porque el nombre, que se había filtrado ya, hacía pensar en esos campos que Leopoldo Azancot conoce tan bien: los mundos de la kábala, y las filosofías que la arroparon en la España de las tres culturas, en aquellos momentos en que podían coincidir dentro de este sufrido país, la sensualidad neoplatónica árabe, el neorracionalismo prerrenacentista y escasamente cristiano, y la mística judía.
Hablar con Leopoldo Azancot de su novela -y más después de haber leído ese mundo a un tiempo fascinador y abismal- es hablar con el crítico y con el escritor a un tiempo. Curiosamente, cuando se trata de La nov iajudía, el autor se aleja, y la nombra como si de otra cosa se tratara, como si él no hubiera tenido nada que ver. Y, cuando habla del panorama que llevamos enfrente, donde su novela puede existir y existe, sigue haciéndolo con el mismo rigor de siempre. Muy de agradecer.Pienso que una novela -dijo Azancot a EL PAIS- tiene un triple aspecto: narrativo, conceptual y verbal. Para mí el aspecto narrativo ha tenido mucha importancia. He utilizado muchos recursos, muchas técnica! -lo que se llama retórica de la ficción- sin ajustarme a ninguna escuela, y siempre en función del contenido. Esta atención a lo narrado, a los contenidos, espero que permita que el público no especializado pueda leer y seguir la novela. Y creo que éste es un aspecto que se ha descuidado en la novela española reciente.
En cuanto al lenguaje, creo que es directo, coloquial, casi, aunque tiene un cierto tono noble, un plano lírico que se enfrenta al de la acción desnuda. Cuenta dos historias paralelas, en la que la segunda ilumina el sentido de la primera, y, a lo mejor, al revés. Se habla, claro, de problemas de hoy, que he distanciado a la historia -la novela transcurre en la edad media y en el siglo XVII- para poder abordarlos con mayor radicalidad. Hoy, la historia que cuento resultaría increíble. Así que he preferido darle una situación fantástica. Intuyo que lo permitido en terrenos eróticos, por ejemplo en torno a la homosexualidad, no tiene nada que ver con lo que yo cuento.
Luego-, Azancot, que además de escribirla ha leído su novela, añade:
-Que nadie se espante: creo que tiene muchos niveles de lectura, hasta ese veraniego*de tren, divertido. A nivel de estructura, se ha mezclado lo real y lo imaginario, para entendernos, en tres planos: lo real absoluto, lo imaginario puro y ese otro nivel en que lo real se contamina por lo imaginario. En realidad todo está contaminado por lo imaginario, y la última escena lo prueba. Creo que todo es imaginario. -
-¿En qué líneas de pensamiento sitúa su novela?
-Prefiero hablar de líneas de pensamiento que me han permitido esta novela. Dos: esa corriente de la mística judía que es la kábala, y el neoplatonismo. Pero creo que. tiene más importancia la kábala, quizá por mi curiosidad personal, que me ha llevado a una especial relación con todo este mundo. Yo tengo ancestros judíos, y tras- la primera curiosidad, me di cuenta de que se abordaban temas en la kábala que no se habían tocado en occidente. Además, esta corriente judía heterodoxa tuvo su máximo esplendor en España. Así que no se trata sólo ' de mi interés personal en el tema, esa sangre que llevo, sino en la asunción del pasado que nos corresponde y hemos olvidado: lo hebráico y lo árabe.Sobre los conocimientos que fui adquiriend.o, y a partir de ahí, he tratado de novelar una reflexión personal, que tiene irremediablemente en cuenta al hombre moderno y sus problemas. -Pregunto al crítico: ¿qué pasa con la crítical ¡te raria española?-La crítica literaria está despreciada en la sociedad españolá. no se puede hablar de ella sin mencionar las condiciones-económicas y sociales que hacen de ella ese trabajo de urgencia. Las editoriales se creen que los críticos son agentes publicitarios y, sin embargo, son los que te ofrecen tu medio de trabajo: los libros. En los periódicos, por.otro lado, se considera como algo subsidiario y, consecuentemente, se paga como tal. Y los escritores creen imbécil mente que el critico es escritor fracasado, particularmente, cuando se atreve a comen Lar negativamente su obra. Por otra parte, yo pienso que la altura de la crítica españo la, no tiene mucho que perder delante de la (le cualquier otro país civilizado. Lo que sí ocurre eque tampo ' co tenerrros * grandes
creaciones donde lucirnos. Si hu
biera buenas n.ovelas~ otro gallo
nos cantara.
Babelia
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