¿Qué hará el PSOE?
Diputado electo al Congreso por CáceresQue el comportamiento futuro del PSOE preocupa es un hecho que no necesita de grandes esfuerzos demostrativos. Que la preocupación se vuelque sobre diferentes aspectos o expectativas, y de diferente forma, también tiene la lógica que resulta de su posición política, tras las elecciones, del punto de vista y deseos de cada analizador y de la propia dinámica de esta organización.
Resolver estas incógnitas es muy difícil, pues nada acontece, mecánicamente. Señalar qué factores pueden agudizar esta preocupación hasta convertirla en problema es más sencillo, pero para eso hay que hablar muy claramente y sin eufemismos, y lógicamente obrar en igual sentido, sin trampas ni habilidades.
El PSOE, y no por que lo digamos algunos, sino porque lo han dicho inveteradamente sus congresos, único órgano al que corresponde fijar su política y adoptar sus decisiones, al margen de que algún militante se crea personalmente facultado por su rango para opinar por su cuenta y sin apoyatura en resoluciones colectivas, viene luchando desde su fundación por el, establecimiento de la democracia en este país, y tiene un concepto bien claro de lo que ésta significa para todos sin exclusiones, vengan de donde vengan, y piensen como piensen, al igual que tiene perfectamente claro lo que significa igualdad, libertad y garantías jurídicas para el ejercicio de todo ello.
No ha tenido que hacer mixtificación, omisión, silenciamiento o manipulación de resolución alguna de congreso para comprometerse con los votantes en conseguir una constitución democrática, un cambio profundo en las formas de vida y las relaciones humanas, y una incorporación al mundo de los países democráticos, consignas electorales oportunistas para algunos, que en nuestro partido son reivindicaciones fundamentales en que asentar el ejercicio de una libertad diaria, cada día más profunda, y cada minuto más igualitaria, y todo ello sin perjuicio del programa final de construcción por la vía del convencimiento, de la democracia, de la libertad y de la justicia de la sociedad sin clases. Es su ideario esencial.
Que nadie tema que se vaya a apartar de estos anhelos, o no vaya a colaborar responsablemente en consolidarlos, entre otras cosas porque son, hoy y aquí, los cimientos de la sociedad socialista a que aspiramos.
Deben preocuparse, por el contrario, los que crean que vaya a aceptar que el principio de la soberanía popular se le dé filtrado, la constitución democrática otorgada o conceditia, con limitaciones y cautelas, el cambio de vida a gotitas concesionales, y la libertad desigual o privilegiadamente, en nuevas Leyes Fundamentales repintadas.
Si se juega limpio, y no se quiere convertir el proceso constituyente en reconstituyente del franquismo remozado, si se trabaja con realismo y no se quiere aprovechar la simple presencia del PSOE en las Cámaras para dar por sentada la aceptación de legalidades no legítimadas por voluntad popular alguna, en suma, si se quiere ir a la política de los hechos consumados, arbitraria y dictatorialmente, no será el PSOE el tema de preocupación sino los falsarios.
Y si en el seno del PSOE no se cede a la constante invitación que desde las páginas de algunos periódicos se le hace, con patológica insistencia, de que limpie, depure y elimine, o al menos congele, las corrientes de izquierda, que en uso de su más legítimo derecho deben y tienen que expresar su sentir y aportar sus alternativas, que algunos tildan de maximalistas y radicalizadas, y lo serán, en la misma medida en que lo sea su declaración de principios de 1879, tampoco habrá lugar a preocupaciones innecesarias.
En el seno del PSOE, históricamente, han convivido y colaborado democráticamente todas las formas de pensar posibles que enmarcadas en sus resoluciones se desprenden de su propio sentido de libertad. Lamentablemente han sido siempre los derechistas y socialdemócratas, que siempre los hay, los que, cuando han podido, han acudido a la fácil respuesta, de la represión y la expulsión, carentes de argumentos doctrinales y de análisis de clase. A la izquierda no le asusta jamás la confrontación ideológica, y es privativo del derechismo sustituirla por la represión y la persecución, porque es privativo del derechismo que se da incluso en los, partidos de clase, entender la libertad como el exclusivo derecho a aplaudir.
Juego limpio, dentro y fuera del partido, democracia y libertad, realismo para plantear y conocer los problemas, y respeto tanto a -los deseos de la mayoría como a los derechos de las minorías, y muchas tensiones y dificultades, previsibles ya ante comportamientos nada democráticos, se evitarán en bien de todos.
Se dice que el peligro son los maximalismos, y es cierto, pero no esos maximalismos, bien fundamentados en el derecho de cada uno a pedir lo máximo, sino los otros, los maximalismos de apoderarse injustamente de la mayor parte, conculcando coactivamente los derechos ajenos.
A la clase trabajadora es a la que ha dolido la dictadura, que bien ha beneficiado a empresarios y cómplices del franquismo, hoy todos supermoderados y democráticos, y que no han sentido jamás la menor limitación a sus derechos de asociación, reunión, expresión, lucro indebido y el PSOE que esto lo sabe, como instrumento de tal clase, es quien más tiene que defender la democracia, su consecución y consolidación.
A lo mejor resulta que las preocupaciones que el PSOE provoca sólo se asientan en quienes quieren que sea un comparsa de farsas continuantes o quienes tengan previsto domesticar al partido para que una cómoda socialburocracia y su aparato, lo conviertan en una simple masa de votantes o afiliados a quienes llamar a arrebato, cuando haya que pegar carteles, ganar elecciones y situar a algunos políticos profesionales.
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